martes, 12 de julio de 2016

ATRIBUTOS DE DIOS: GRACIA


 “…favor eterno y totalmente gratuito de Dios, manifestado en la concesión de bendiciones espirituales y eternas a las criaturas culpables e indignas”
(Abraham Booth)

   Hablar de la gracia es hacer referencia a uno de los atributos más sobresalientes en el trato de Dios para con aquellos que llegan a ser sus hijos. De entrada hemos de mencionar que este atributo divino aparece en las Escrituras siendo ejercido solo a favor de los que llegan a ser parte del pueblo de Dios; no se nos dice que Dios manifieste su gracia para con los que nunca llegan a reconciliarse con él. Claro está que hay muchas bendiciones y bondades que Dios, “por gracia”, administra y concede sobre todas sus criaturas, incluyendo a aquellos que le desprecian y adversan, pero cuando consideramos la gracia como atributo divino nos referimos principalmente a ese aspecto en la divinidad que hace posible que los pecadores reciban perdón y salvación sin merecerlo. 

   La gracia es la puerta de entrada a la comunión con Dios y sus bendiciones. Todos estamos arruinados espiritualmente a causa del pecado y por ello mismo estamos descalificados para ser merecedores de las bondades del Dios Santo (Romanos 3:23), y permaneceríamos eternamente excluidos y separados de Dios y sus bendiciones de no ser por la gracia de Dios, la cual hace posible lo que es absolutamente imposible por otros medios: que Dios perdone nuestros pecados, nos conceda su favor y bendiciones en esta vida, y,  finalmente, al término de nuestra existencia terrenal, nos liberte de toda corrupción y vestigio de mortalidad concediéndonos el disfrute de una eternidad inimaginablemente gloriosa y dichosa en su presencia, y permitiéndonos participar en plenitud sin límites del mayor de los dones que la gracia puede brindar a un pecador: tener comunión absoluta con Dios, lo cual, considero, es la más incluyente definición y expresión de la salvación.  

   Gracia es contraria y opuesta a mérito o derecho; como expresa Arthur Pink: “El favor absoluto de Dios no es compatible con el mérito humano”. Como también lo expresó G. Bishop: “La gracia es la provisión para hombres que están tan caídos que no pueden levantar el hacha de justicia, tan corrompidos que no pueden cambiar sus propias naturalezas, tan opuestos a Dios que no pueden volverse a Él, tan ciegos que no le pueden ver, tan sordos que no le pueden oír, tan muertos que Él mismo ha de abrir sus tumbas y levantarlos a la resurrección”. Lamentablemente muchos cristianos desconocen, minimizan y malentienden la grandeza e implicaciones de este glorioso atributo que, dicho sea de paso, no admite “otras ayudas” para brindar sus dádivas a los creyentes. Es así como vemos al apóstol Pablo confrontando a los creyentes de Galacia y advirtiéndoles que los que pretendan justificarse ante Dios sobre la base de la ley realmente se están separando de Cristo y de su gracia (Gálatas 5:4-6), y, así mismo, argumenta en su exposición a los Romanos que la elección divina del Israel que ha de ser salvo, el remanente, está basada en la gracia de Dios y no en el obrar personal de los involucrados (Romanos 11:5-6). Pero este asunto de nuestra “necesidad de calificar” parece estar tan arraigado en nosotros que solo el divino bisturí de la palabra de Dios lo puede remover exitosamente de nuestros corazones, y ello, nuevamente solo por la gracia de Dios, la cual una vez que le permitimos realizar su operación en nosotros nos librará de la confianza propia y de la meritocracia espiritual que tanto nos oprime. 

   Otro aspecto relacionado con este maravilloso atributo es que la gracia de Dios manifestada a favor de los pecadores (los creyentes de ayer, hoy y mañana), lejos de ser incierta, por las razones que se quieran argumentar, es la única base firme e incontrovertible en la que un creyente se puede afirmar para gloriarse por las abundantes bendiciones que recibe de Dios tanto para esta vida como para la venidera (Romanos 5:1-2). ¿Si no es en la gracia de Dios de qué cosa nos podemos gloriar como hijos de Dios? Aparte de la gracia de Dios nada hay de lo que nos podamos gloriar. Como diría el apostol “¿Y qué tienes que Dios no te haya dado? Y si él te lo ha dado, ¿por qué presumes, como si lo hubieras conseguido por ti mismo?” (1Corintios 4:7). Pero parados firmes en la gracia de Dios podemos gloriarnos en esa misma gracia por todas las bendiciones y privilegios que nos son concedidos gratuita e inmerecidamente por nuestro buen Dios.

   ¿Qué nos asombra de la gracia de Dios? ¿Qué nos inquieta o desconcierta de ella? ¿Ante el hecho de que Dios nos manifieste su gracia inmerecidamente cómo respondemos? ¿Todavía pensamos que la salvación de nuestras almas depende de lo que podamos hacer o dejar de hacer? ¿Está nuestra relación con Dios basada en nuestro reposar en la gracia, o, por el contrario está basada en esfuerzo y el constante intento de calificar? ¿Cuán frecuente es su gracia motivo de alabanza y gratitud en nuestras oraciones y reflexiones?

"...habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo...para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado
(Efesios 1:5-6) 

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