(Una
meditación basada en el Salmo 68)
El salmo 68 al igual que muchos de los que conforman el libro, es
la letra de un canto; canto que en este caso fue compuesto por David. Cuáles
eran las situaciones que David estaba atravezando al componer este salmo, es algo que no podemos saber con certeza; pero podemos ver en el mismo, aquí y allá,
algunos visos de los pensamientos e ideas que le inspiraron.
David es un hombre que aunque vive en su momento y tiempo propio, considera la perspectiva de su vida en un
contexto muy amplio: el que le otorga su relación con Dios; y desde esta elevada y trascendente perspectiva entiende e interpreta su vida y la de todos los hombres. Cada persona tiene sus propias líneas de perpectiva o convicciones para entender e interpretar su vida y la del mundo que nos rodea; David tenía también las suyas, y en esta oportunidad te invito a dar un breve vistazo a algunas de ellas en las palabras de este
precioso salmo, lo que pienso, quizá nos puede ayudar a confirmar las nuestras.
1.- Dios y su
autoridad.
“Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, y
huyan de su presencia los que le aborrecen”
(Vs.1)
Creo que la primera de las
convicciones que se hace evidente en este salmo está relacionada con Dios y su autoridad. Estas palabras del verso uno recuerdan (¿evocan?) aquellas palabras que Moisés pronunciaba cuando el pueblo se disponía a
marchar y el arca del pacto comenzaba su traslado ("Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen" Números 10:35), y veo que en
ellas se expresa la firme convicción de que de Dios es la autoridad, de que la
prerrogativa de detentar y ejercer autoridad es algo que es propio del ser de Dios. El obrar de Dios camina sobre las ruedas del avasallante carro de su autoridad y donde quiera que esta se manifiesta, sus enemigos son derribados y esparcidos. En este punto hemos de
preguntarnos, ¿Cuál es nuestra posición y convicción con respecto a la
autoridad y soberanía de Dios en este mundo? ¿Creemos acaso que el mundo en que vivimos está a la deriva? ¿Queremos entender el mundo en el que vivimos y tener una visión adecuada y correcta de lo que sucede en el mismo? Entonces es necesario que estemos convencidos, al igual que David lo estaba, de que la autoridad y soberanía pertenecen
al Señor quien, más temprano que tarde, se ha de levantar para gozo de los suyos y para terror de quienes le adversan.
2.- Dios y su paternal
protección.
“Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en
su santa morada. El hace habitar en familia a los desamparados; saca a los
cautivos a prosperidad…”
(Vs.5-6)
David está describiendo como algunos
lo han llamado la “marcha triunfal del Dios vencedor”, y una de las cosas que
no puede dejar de mencionar y proclamar es el hecho de que este Dios magnífico, Poderoso Vencedor, es al mismo tiempo uno que se ocupa de brindar
protección a los suyos, y especialmente a aquellos que están más desvalidos y
necesitados. Él es con toda propiedad Padre de huérfanos, Defensor de viudas, Refugio familiar de los
desamparados y Libertador y ayudador de los
cautivos y oprimidos. Podemos notar la grandeza de carácter y bondad en esas expresiones, pero más aún, nos conviene estar convecidos hasta la médula de la realidad de las mismas, porque en verdad, en la vida diaria, en la esfera de la experiencia humana, Dios se muestra compasivo, misericordioso, justo y bondadoso.
Finalmente, pienso que si Dios se muestra como defensor de la causa de estas personas, creo que ello nos obliga a asumir una posición decididamente activa a favor de ellas también en todos los ámbitos en que nos sea posible hacerlo.
3.- Dios y su salvación.
“Bendito el Señor; cada día nos colma de sus
beneficios el Dios de nuestra salvación. Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, y
de Jehová el Señor es el librar de la muerte”
(Vs.19-20)
Pocas cosas son tan importantes como
el que podamos tener la certeza de que el Señor está presente obrando en los asuntos de nuestra vida. Un creyente que cada día puede ver la
mano de su Dios en la suerte que le toca, es alguien que vivirá con un “bendito
sea el Señor” en su corazón y en sus labios. Cada día nos colma de sus
beneficios… ¿Nos damos cuenta de ello? ¿Le estamos agradecidos? ¿Produce ese hecho un renovado canto de gratitud en nuestro ser para con Él?. Si no fuere así, solo tenemos que mirar hacia afuera y quitar por un rato la mirada de nuestras insatisfacciones y comenzar a inventariar todos los beneficios que de su mano hemos recibido y estamos recibiendo; nos sorprenderá el resultado. Él es el Dios de nuestra salvación, quien además, como lo
plantea la traducción más probable de este verso “…día tras día lleva nuestras cargas”.Es cierto que la vida en muchas ocasiones se nos vuelve pesada por diversas razones, pero no es menos cierto que el fiel Señor nos quiere ayudar a llevar nuestra carga. "Dios, nuestro Dios ha de salvarnos", no será otro, algún desconocido y extraño, no; será el Señor nuestro, nuestro amoroso y conocido Dios, nuestro Padre, Salvador y Compañero del vivir, Él será quien siempre habrá de salvarnos, quien nos ha librado y nos librará hasta de la misma muerte.
4.- Dios y su
poder.
“Reinos de la tierra, cantad a Dios, cantad al
Señor; Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la
antigüedad; he aquí dará su voz, poderosa voz. Atribuid poder a Dios”
(Vs.32-34)
Él es Rey grande en toda la tierra, por lo que todos los reinos le deben honrar y alabar. Él trasciende los tiempos de las generaciones de siglo en siglo, cabalgando sobre los cielos de los cielos desde tiempos inmemoriables. Entendido es el hombre que puede atribuir poder a Dios, que reconoce la huella de su poder en los sucesos del terreno vivir, que puede descansar y adorar por el hecho de saber que de Dios es el poder. El poder de Dios está presente permanentemente en nuestro diario vivir, sea que lo reconozcamos o no; se manifiesta constantemente y somos testigos de ello, aunque la mayoría de las veces no lo notemos siquiera. "Atribuid poder a Dios" es la exhortación de David; el trueno retumba y estremece las alturas y honduras de la tierra, unos ven solo electricidad, fuerzas inanimadas de la naturaleza, pero los que le conocen ven en ello la manifestación de su poder. Atribuid poder a Dios!! Los astros se mueven en el espacio celeste, las estrellas brillan como con perpetuo fulgor, la faz de la tierra está en permanente movimiento, cada día abrimos los ojos para ver el espectáculo del vivir, hoy somos nosotros, ayer fueron nuestros padres, mañana serán nuestros hijos, ¿Quién o qué sostiene, mueve y hace posible todas estas cosas? Atribuid poder a Dios!!
“El Dios de Israel, el da fuerza y vigor a su
pueblo. Bendito sea Dios”
(Vs.35)
Vigor aquí
tiene que ver con temple, valentía, poder. Sugiere algo que se ata o
amarra fuertemente de modo que no pueda ser separado. Dios establece convicciones en los corazones de los suyos, convicciones que no han de ser demolidas por las circunstancias de la vida; convicciones que no se marchitan con el paso del tiempo; convicciones que no dependen de nuestra capacidad y posibilidad, sino que surgen de las gloriosas virtudes y prerrogativas de nuestro Señor y Salvador."El Dios de Israel, el da fuerza y vigor a su
pueblo".
Deseando que tu confianza en Dios sea mayor cada día, y agradecido de poder compartir estas palabras contigo, Antonio Vicuña.
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