“Dijeron Los apóstoles al Señor: Auméntanos
la fe. Entonces el Señor les dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza,
podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os
obedecería”
(Lucas
17:5-6)
1.- Auméntanos
la fe.
En esta petición de los discípulos
al Señor encontramos dos aspectos implícitos:
- El reconocimiento de una necesidad
en sus vidas.
- El deseo de vivir sus vidas en un
nivel diferente para con Dios.
Reconocieron la necesidad que tenían
de crecer en fe. ¿Por qué llegaron a esa conclusión? ¿Acaso por los problemas
que estaban enfrentando? (Como cuando no tenían para pagar los impuestos o para
comprar pan para la gente) ¿O quizá fue por las limitaciones que enfrentaban en
su servicio al Señor? (Como cuando no pudieron liberar a aquel muchacho
endemoniado) ¿Podría ser acaso que se sentían inseguros y temerosos mas a
menudo de lo que deberían? (Como cuando estando en la barca en medio de la
tormenta, pensaban que se ahogarían).
Aunque la fe juega un papel
importante en la vida de todo hijo de Dios mientras estemos en esta tierra, no
ocupa sin embargo el lugar principal en las virtudes que debemos anhelar
(1Cor.13:13), y no lo es todo en la vida cristiana:
- Puede haber fe, pero falta de
oración.
- Puede haber fe, mas no paciencia
para esperar el cumplimiento de la palabra de Dios.
- Puede haber fe, pero ausencia de
obediencia.
¿Qué cosas hacen evidente nuestra
necesidad de crecer en fe? Comencemos con lo más simple:
- Incredulidad: la esencia de la fe
bíblica es el confiar. Debemos reconocer nuestra necesidad de crecer en fe
cuando nos cuesta creer en las promesas de Dios, cuando tenemos una actitud de
incredulidad ante las afirmaciones de la palabra de Dios.
- Temores y miedos constantes: el
temer es muy propio de nuestra condición humana. Pero cuando llegamos a conocer
al que nos creó y salvó, a Dios nuestro Señor, debemos comenzar a experimentar
una progresiva liberación sobre la mayoría de nuestros temores, y si bien algunos
temores siempre tocarán a las puertas de nuestro corazón podremos decir como
dijo el salmista: "En el día que temo, yo en ti confío" (Sal.56:3). Pero, vivir azotado y oprimido por temores y miedos
constantes, es señal de que necesitamos crecer en fe.
- Dudas y desconfianza: también el
desconfiar y dudar, como actitud que nos caracteriza, es señal de que
necesitamos crecer en fe. Aunque la fe bíblica no es credulidad y no estamos
llamados a ser personas crédulas sino personas de fe, sin embargo, el
escepticismo y el vivir con el corazón cerrado, con una actitud semejante a la
de Tomas el discípulo (Jn.20:25), es señal de que necesitamos crecer en fe.
Los discípulos experimentaron el
deseo de vivir sus vidas en un nivel diferente para con Dios.
Jesús no les reprendió por presentarle semejante petición; tampoco
ignoró el interés manifestado por sus discípulos. En lo personal pienso que la
respuesta que el Maestro dio ante la petición de ellos expresa la satisfacción
que él sintió por el hecho de que los discípulos desearan vivir en un nivel superior
de fe.
Nuestro problema con relación a la fe no es que tendemos a creer
de más o a que tenemos una fe más grande que la que nos corresponde, sino todo
lo contrario: tendemos a tener una fe débil, pequeña y vacilante. La Biblia está llena de
palabras y frases que nos llaman a creer más decididamente en nuestro Señor,
palabras que nos llaman a confiar más, palabras que nos desafían a crecer en
fe. No lo pude confirmar para esta oportunidad, pero el llamado del Señor para
que no tengamos temor sino que confiemos en él se presenta cerca de 400 veces
en las Escrituras. Mucho de la labor pastoral y de enseñanza está orientada a
tratar de ayudar a los creyentes a crecer y fortalecerse en fe. De modo que una
de las mejores cosas que nos puede pasar es ser confrontados con la medida de
nuestra fe y que surja en nuestros corazones el deseo de crecer más en la fe.
El desafío que nos presenta nuestro tiempo en todo sentido debería
llevarnos a todos a clamar ante el Señor con las mismas palabras de los
discípulos: ¡¡Auméntanos la fe!! Si hemos de impactar en modo alguno la
sociedad en la que nos ha tocado vivir tendremos necesariamente que ser
verdaderos hombres y mujeres de fe, y no simples cristianos.
Parte de un artículo escrito por un hermano expresa el momento
actual de la iglesia en el mundo con las siguientes palabras:
Primero, esencialmente por
ahora la fe cristiana ha perdido a Europa, tanto al nivel de los líderes como
de los ciudadanos ordinarios. Los cristianos son
una minoría practicante en todo país europeo excepto en dos países católicos,
Polonia e Irlanda, y en el presente, el declive de la Iglesia en Irlanda es
precipitoso. Un hecho contundente es que ningún país de la Reforma Protestante
en Europa tiene una mayoría cristiana practicante. Europa se ha movido
decisivamente desde “un continente cristiano” a “un campo misionero” en pocas
generaciones. Segundo, la fe cristiana ha perdido efectivamente influencia
en casi todas las instituciones de liderazgo en los Estados Unidos. Las
universidades, la prensa y medios de comunicación, las asociaciones
profesionales, las elites globales cosmopolitas, los mundos de entretenimiento
y esparcimiento—todas estas se han apartado efectivamente de la fe. Solo en las
esferas de los negocios y la política ha retenido la fe una presencia
significativa, inclusive allí su presencia a menudo es controversial y su
influencia aún más débil que lo que sus números deberían garantizar. Tercero,
la fe cristiana es fuerte tan solo en un cuarto del oeste: entre ciudadanos
ordinarios en América. Sin duda, la fuerza numérica de la fe en ésta esfera
es sorprendente. Mientras que la afiliación religiosa en la mayoría de países
modernos ha declinado, los Estados Unidos es distinto por ser el país más
moderno y más religioso de los países modernos. Por lo menos entre la gente
ordinaria tiene altos índices de afiliación religiosa. Pero esta fuerza no es
un suelo inmediato para el optimismo, porque la fuerza numérica no significa
fuerza espiritual y cultural. Esto significa que hay poca probabilidad en la
actualidad de que recuperen de vuelta a los líderes Americanos, y por ende
recuperen de vuelta la cultura americana y el occidente de manera general. Estos
tres factores contrarrestan el entusiasmo por el crecimiento sorprendente de la
fe cristiana en el “Sur global” (África sub-Sahara, Asia, y Latino América).
Este crecimiento es genuino, sorprendente y alentador. Pero aquellos que lo ven
como una respuesta hacia el malestar de la Iglesia en el Norte global pasan por alto una
cosa: el daño principal a la fe Cristiana en el Norte (Europa y Norte América)
ha sido afectado por el mundo moderno, y hasta ahora la Iglesia en el Sur global
es grandemente pre-moderna. Las masivas fortalezas de la Iglesia en el Sur no son
por lo tanto ninguna ayuda automática para la Iglesia en el “Norte
global” (u Occidente) porque todavía no han enfrentado el desafío de la
modernidad que ha dañado la Iglesia Occidental tan severamente.
2.- Si
tuvierais fe…
Jamás insistiremos demasiado acerca
de la diferencia que se hace en el navegar de la vida cuando la fe en Dios está
presente; cuando esa confianza genuina en el Señor entra en el juego de la
vida; cuando la fe deja de ser una verdad teológica para convertirse en
dinámica vida en Dios.
Si hay verdadera fe, verdadera
dependencia y confianza, verdadera entrega y abandono a la voluntad, gracia y
suficiencia del Señor, lo imposible puede suceder y lo impensable puede ocurrir
(¿Cómo más entender el que un árbol se desarraigue y se auto-trasplante al
mar?).
Esa bendita virtud, la fe, aunque
sea tan pequeña como un minúsculo grano de mostaza, puede, sin embargo,
permitir que Dios manifieste su poder en nuestras vidas. Creo que el Señor
escogió la imagen del grano de mostaza por dos razones: en primer
lugar para destacar el hecho de que lo fundamental es que la fe tiene que ser
genuina, “verdadera fe”, aunque sea tan pequeña en su apariencia como un
insignificante grano de mostaza. Por cierto la fe genuina, usualmente tendrá
esa apariencia, parecerá menos de lo que es. El hombre y la mujer de fe no harán
ostentación y alarde de su fe, podrá ser que incluso pasen desapercibidos entre
muchos, pero en lo secreto son esas las personas que hacen que por sus
oraciones Dios haga posibles aquellas cosas que parecen imposibles. Mucho de lo
que hoy se presenta como fe no es más que alharaca religiosa, vanidosa
presunción, e ingenua ignorancia. En segundo lugar, creo que la imagen de la fe
como una semilla de mostaza, al igual que en Mateo 13:31-32, contempla la idea
del crecimiento. Una fe que no crece es una fe sospechosa. Una fe bíblica y
saludable en Dios nos llevará siempre a un grado mayor de confianza en Él.
Puede que comencemos como el padre del muchacho lunático expresando “creo, ayuda mi incredulidad, es decir: ¡ayúdame a
creer más!” (Mr.9:24), pero hemos de terminar como aquellos grandes hombres de
Dios: Habacuc: “Aunque la higuera no
florezca…” (Hab.3:17-19); Job: “Aunque Él me matare, en el esperaré”
(Job.13:15), Pablo: “Aunque este nuestro
hombre exterior se va desgastando…” (2Cor.4:16-18); y todos aquellos que
nos han dejado un digno y maravilloso ejemplo de lo que es vivir una vida de fe
en crescendo de la mano con Dios.
En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario