domingo, 5 de mayo de 2013

CRECIENDO EN FE




Dijeron Los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor les dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería
(Lucas 17:5-6)

1.- Auméntanos la fe.

            En esta petición de los discípulos al Señor encontramos dos aspectos implícitos:

            - El reconocimiento de una necesidad en sus vidas.
            - El deseo de vivir sus vidas en un nivel diferente para con Dios.

            Reconocieron la necesidad que tenían de crecer en fe. ¿Por qué llegaron a esa conclusión? ¿Acaso por los problemas que estaban enfrentando? (Como cuando no tenían para pagar los impuestos o para comprar pan para la gente) ¿O quizá fue por las limitaciones que enfrentaban en su servicio al Señor? (Como cuando no pudieron liberar a aquel muchacho endemoniado) ¿Podría ser acaso que se sentían inseguros y temerosos mas a menudo de lo que deberían? (Como cuando estando en la barca en medio de la tormenta, pensaban que se ahogarían).

            Aunque la fe juega un papel importante en la vida de todo hijo de Dios mientras estemos en esta tierra, no ocupa sin embargo el lugar principal en las virtudes que debemos anhelar (1Cor.13:13), y no lo es todo en la vida cristiana:

            - Puede haber fe, pero falta de oración.
            - Puede haber fe, mas no paciencia para esperar el cumplimiento de la palabra de Dios.
            - Puede haber fe, pero ausencia de obediencia.

            ¿Qué cosas hacen evidente nuestra necesidad de crecer en fe? Comencemos con lo más simple:

            - Incredulidad: la esencia de la fe bíblica es el confiar. Debemos reconocer nuestra necesidad de crecer en fe cuando nos cuesta creer en las promesas de Dios, cuando tenemos una actitud de incredulidad ante las afirmaciones de la palabra de Dios.

            - Temores y miedos constantes: el temer es muy propio de nuestra condición humana. Pero cuando llegamos a conocer al que nos creó y salvó, a Dios nuestro Señor, debemos comenzar a experimentar una progresiva liberación sobre la mayoría de nuestros temores, y si bien algunos temores siempre tocarán a las puertas de nuestro corazón podremos decir como dijo el salmista: "En el día que temo, yo en ti confío" (Sal.56:3). Pero, vivir azotado y oprimido por temores y miedos constantes, es señal de que necesitamos crecer en fe.

            - Dudas y desconfianza: también el desconfiar y dudar, como actitud que nos caracteriza, es señal de que necesitamos crecer en fe. Aunque la fe bíblica no es credulidad y no estamos llamados a ser personas crédulas sino personas de fe, sin embargo, el escepticismo y el vivir con el corazón cerrado, con una actitud semejante a la de Tomas el discípulo (Jn.20:25), es señal de que necesitamos crecer en fe.

            Los discípulos experimentaron el deseo de vivir sus vidas en un nivel diferente para con Dios.

Jesús no les reprendió por presentarle semejante petición; tampoco ignoró el interés manifestado por sus discípulos. En lo personal pienso que la respuesta que el Maestro dio ante la petición de ellos expresa la satisfacción que él sintió por el hecho de que los discípulos desearan vivir en un nivel superior de fe.

Nuestro problema con relación a la fe no es que tendemos a creer de más o a que tenemos una fe más grande que la que nos corresponde, sino todo lo contrario: tendemos a tener una fe débil, pequeña y vacilante. La Biblia está llena de palabras y frases que nos llaman a creer más decididamente en nuestro Señor, palabras que nos llaman a confiar más, palabras que nos desafían a crecer en fe. No lo pude confirmar para esta oportunidad, pero el llamado del Señor para que no tengamos temor sino que confiemos en él se presenta cerca de 400 veces en las Escrituras. Mucho de la labor pastoral y de enseñanza está orientada a tratar de ayudar a los creyentes a crecer y fortalecerse en fe. De modo que una de las mejores cosas que nos puede pasar es ser confrontados con la medida de nuestra fe y que surja en nuestros corazones el deseo de crecer más en la fe.

El desafío que nos presenta nuestro tiempo en todo sentido debería llevarnos a todos a clamar ante el Señor con las mismas palabras de los discípulos: ¡¡Auméntanos la fe!! Si hemos de impactar en modo alguno la sociedad en la que nos ha tocado vivir tendremos necesariamente que ser verdaderos hombres y mujeres de fe, y no simples cristianos.

Parte de un artículo escrito por un hermano expresa el momento actual de la iglesia en el mundo con las siguientes palabras:

Primero, esencialmente por ahora la fe cristiana ha perdido a Europa, tanto al nivel de los líderes como de los ciudadanos ordinarios. Los cristianos son una minoría practicante en todo país europeo excepto en dos países católicos, Polonia e Irlanda, y en el presente, el declive de la Iglesia en Irlanda es precipitoso. Un hecho contundente es que ningún país de la Reforma Protestante en Europa tiene una mayoría cristiana practicante. Europa se ha movido decisivamente desde “un continente cristiano” a “un campo misionero” en pocas generaciones. Segundo, la fe cristiana ha perdido efectivamente influencia en casi todas las instituciones de liderazgo en los Estados Unidos. Las universidades, la prensa y medios de comunicación, las asociaciones profesionales, las elites globales cosmopolitas, los mundos de entretenimiento y esparcimiento—todas estas se han apartado efectivamente de la fe. Solo en las esferas de los negocios y la política ha retenido la fe una presencia significativa, inclusive allí su presencia a menudo es controversial y su influencia aún más débil que lo que sus números deberían garantizar. Tercero, la fe cristiana es fuerte tan solo en un cuarto del oeste: entre ciudadanos ordinarios en América. Sin duda, la fuerza numérica de la fe en ésta esfera es sorprendente. Mientras que la afiliación religiosa en la mayoría de países modernos ha declinado, los Estados Unidos es distinto por ser el país más moderno y más religioso de los países modernos. Por lo menos entre la gente ordinaria tiene altos índices de afiliación religiosa. Pero esta fuerza no es un suelo inmediato para el optimismo, porque la fuerza numérica no significa fuerza espiritual y cultural. Esto significa que hay poca probabilidad en la actualidad de que recuperen de vuelta a los líderes Americanos, y por ende recuperen de vuelta la cultura americana y el occidente de manera general. Estos tres factores contrarrestan el entusiasmo por el crecimiento sorprendente de la fe cristiana en el “Sur global” (África sub-Sahara, Asia, y Latino América). Este crecimiento es genuino, sorprendente y alentador. Pero aquellos que lo ven como una respuesta hacia el malestar de la Iglesia en el Norte global pasan por alto una cosa: el daño principal a la fe Cristiana en el Norte (Europa y Norte América) ha sido afectado por el mundo moderno, y hasta ahora la Iglesia en el Sur global es grandemente pre-moderna. Las masivas fortalezas de la Iglesia en el Sur no son por lo tanto ninguna ayuda automática para la Iglesia en el “Norte global” (u Occidente) porque todavía no han enfrentado el desafío de la modernidad que ha dañado la Iglesia Occidental tan severamente.

2.- Si tuvierais fe…
           
            Jamás insistiremos demasiado acerca de la diferencia que se hace en el navegar de la vida cuando la fe en Dios está presente; cuando esa confianza genuina en el Señor entra en el juego de la vida; cuando la fe deja de ser una verdad teológica para convertirse en dinámica vida en Dios.

            Si hay verdadera fe, verdadera dependencia y confianza, verdadera entrega y abandono a la voluntad, gracia y suficiencia del Señor, lo imposible puede suceder y lo impensable puede ocurrir (¿Cómo más entender el que un árbol se desarraigue y se auto-trasplante al mar?). 

            Esa bendita virtud, la fe, aunque sea tan pequeña como un minúsculo grano de mostaza, puede, sin embargo, permitir que Dios manifieste su poder en nuestras vidas. Creo que el Señor escogió la imagen del grano de mostaza por dos razones: en primer lugar para destacar el hecho de que lo fundamental es que la fe tiene que ser genuina, “verdadera fe”, aunque sea tan pequeña en su apariencia como un insignificante grano de mostaza. Por cierto la fe genuina, usualmente tendrá esa apariencia, parecerá menos de lo que es. El hombre y la mujer de fe no harán ostentación y alarde de su fe, podrá ser que incluso pasen desapercibidos entre muchos, pero en lo secreto son esas las personas que hacen que por sus oraciones Dios haga posibles aquellas cosas que parecen imposibles. Mucho de lo que hoy se presenta como fe no es más que alharaca religiosa, vanidosa presunción, e ingenua ignorancia. En segundo lugar, creo que la imagen de la fe como una semilla de mostaza, al igual que en Mateo 13:31-32, contempla la idea del crecimiento. Una fe que no crece es una fe sospechosa. Una fe bíblica y saludable en Dios nos llevará siempre a un grado mayor de confianza en Él. Puede que comencemos como el padre del muchacho lunático expresando “creo,  ayuda mi incredulidad, es decir: ¡ayúdame a creer más!” (Mr.9:24), pero hemos de terminar como aquellos grandes hombres de Dios: Habacuc: “Aunque la higuera no florezca… (Hab.3:17-19); Job: “Aunque Él me matare, en el esperaré” (Job.13:15), Pablo: “Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando…” (2Cor.4:16-18); y todos aquellos que nos han dejado un digno y maravilloso ejemplo de lo que es vivir una vida de fe en crescendo de la mano con Dios.

             En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.

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