La vida nuestra en estos tiempos de modernidad es diferente a la de nuestros antepasados; en mucho difiere:
- Tecnología electrónica (Telecomunicaciones, entretenimientos, televisor, celular, computadora, consola de video juegos, reproductores de música y video, cámaras fotográficas)
- Electricidad (Luces, aire acondicionado, lavadora y secadora, plancha, nevera, congelador, horno, microondas, aspiradora, pulidora, etc.)
- Servicios básicos (Agua potable y aguas servidas, servicio de aseo urbano, gas doméstico, panaderías, supermercados)
- Medios de transporte (particulares, colectivos, aéreos, marítimos)
- La estructura y organización de los bienes de consumo y el acceso a los mismos.
Cuanto más atrás en el tiempo miremos, más acentuadas serán las diferencias que encontraremos entre la forma y estilo de vida de aquellos hombres y la de nosotros. Diferente fue la vida de los hombres durante la edad media de la de aquellos que vivieron en los tiempos del Señor Jesucristo, y la de estos últimos, diferente de aquellos que vivieron en la época de los patriarcas bíblicos. Por razón de estas diferencias se puede notar con facilidad que muchas de las necesidades de las personas han sido diferentes en cada época; la mayoría de nosotros no necesita, por ejemplo, leña para cocinar, o salir al campo a cazar animales para comer, o cultivar las legumbres y vegetales que ha de consumir, o comprar aceite para usarlo como combustible de lámparas para el alumbrado, etc. En muchos sentidos nosotros somos muy distintos a aquellos que vivieron en los siglos anteriores al nuestro; la vida y circunstancias del hombre actual es en infinidad de aspectos totalmente incomparable con la de aquellos que vivieron en épocas anteriores. El mundo antiguo cambió, la vida del hombre cambió; para bien o para mal, las condiciones sociales, económicas, culturales, políticas y tecnológicas han estado cambiando sin cesar en el devenir de los siglos; aún las condiciones naturales y climáticas, están anunciando y amenazando con cambios globales.
Mientras más considero lo dramático, vertiginoso e impredecible de los cambios que se suceden en la experiencia humana, más me impresiona el hecho de que Dios el Señor es inmutable, en cierta forma ajeno y en nada, absolutamente en nada, afectado por los sucesos que aquí convulsionan a los casi 7000 millones de personas que convivimos en el planeta. Me pregunto (y se que no puedo obtener y comprender la respuesta) ¿Qué pensará Dios de nosotros? cuando ha visto pasar tantas generaciones de personas de siglo en siglo, cuando ha tenido que escuchar peticiones tan disímiles entre época y época; ¿Qué pensará de nuestros deseos y de las cosas que nos emocionan y arrebatan el corazón? Porque he aquí que…
Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8); Él es el que era, el que es, y el que ha de venir (Apocalipsis 4:8); Él es la Roca , en quien no hay mudanza ni sombra de variación (Deuteronomio 32:4; Santiago 1:17).
Quiero invitarte a considerar algunos pensamientos relacionados con el obrar de Dios sobre la tierra:
Aunque a muchos se les olvide, todo, absolutamente todo, el mundo y su plenitud son propiedad de Dios:
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas”
(Romanos 11:36)
Siendo que Él es el que es, Dios autosuficiente, quien no necesita de nada ni de nadie (Salmo 50:7-12), quien se abastece y es completa, perfecta y absolutamente suficiente en sí mismo, sin embargo decidió crear para sí mismo; y no solo crear, sino además, permitir la entrada y la manifestación del mal en su creación, parece incomprensible ¿no?; y aún más, ha decidido dejar que su nombre sea pisoteado e injuriado por algún tiempo, aunque el suyo es Nombre Glorioso en toda la tierra (Malaquías 1:11). Y uno se pregunta ¿Por qué creó? ¿Por qué permite ciertas cosas? ¿Cuándo vindicará su propia gloria delante de todos los hombres?. Preguntas que nos conducen al segundo pensamiento:
Dios tiene un propósito el cual está llevando a cumplimiento en el tiempo:
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”
(Gálatas 1:4)
“No os toca saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola potestad”
(Hechos 1:7)
Muchas cosas suceden sobre la faz de la tierra. Cada día miles de millones de personas se mueven bajo infinidad de motivos y circunstancias. Los poderosos de la tierra toman decisiones que tienen influencia sobre millones de personas. Y aunque Dios está excluido de esas elitescas mesas donde se toman las decisiones que definen en apariencia el curso de la humanidad, tenga usted la certeza de que el propósito del eterno Dios se está cumpliendo en el tiempo.
Muchas cosas suceden en el mundo cada día, y sin embargo, las más importantes, no son reseñadas en los medios informativos, y pasan desapercibidas para muchos, y tristemente incluso para mucho pueblo de Dios. Porque las cosas realmente importantes que tiene lugar cada día no están relacionadas con el fluctuante comportamiento de la economía mundial, o con la inestabilidad política en el medio oriente o en Latinoamérica como región, ni con la gran mayoría de las cosas que son noticia y tema de conversación del día a día. ¿Sabe que es lo más importante que sucede cada día sobre la faz de la tierra? Lo más importante que está sucediendo y sobre lo cual haríamos bien en estar atentos, es el obrar del Espíritu Santo en los corazones de los hombres, y para no ser tan escueto permítame detallar este aspecto:
- Cada día Dios toca directamente por su Espíritu Santo la vida de miles de personas para que se vuelvan a él de todo corazón.
- Cada día el Espíritu Santo mueve a una multitud de creyentes a realizar actos específicos para la extensión del reino de los cielos.
- Cada día Dios es adorado y reconocido por una multitud de personas que, voluntaria e intencionadamente, dedican y consagran a él todo cuanto hacen, y con sus comunes y cotidianas actos y labores, tributan alabanzas y acciones de gracias a Aquel que todo lo hace posible en sus vidas.
Esas a mi entender de las Escrituras son las cosas realmente importantes que toman lugar sobre la faz de la tierra; por lo que me atrevo a afirmar que, el tratar de que el Espíritu Santo halle en nosotros un instrumento dispuesto para su obrar es lo más importante que podremos hacer en nuestras vidas; el resto, todo lo demás que sucede en esta tierra al margen del obrar de Dios, es solo paja que el fuego ha de consumir; inútil, vano e infructuoso hacer, que se ha de consumir de forma intrascendente en si mismo.
En Génesis 1:2 leemos que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas en el comienzo de la creación, y ¿sabe algo? hoy día el Espíritu Santo continúa moviéndose sobre la faz de la tierra. Un profeta de Dios le expresó con las siguientes palabras:
“Los ojos del Señor contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él”
(2Crónicas 16:9)
La gran pregunta es: ¿Dónde estamos en relación a lo que Dios está realizando? ¿Son nuestros pensamientos conforme a los pensamientos de Dios y nuestros caminos conforme a los suyos? o ¿acaso nos calza a la medida la exhortación de Isaías 55: 6-9?
Y a ti, apreciado amigo, que sin ser cristiano sin embargo te has detenido a leer estas líneas, te debo preguntar:
¿Eres acaso una persona que vive con el corazón y pensamiento cerrados para con Dios?
¿Estás resistiendo para tu propio pesar la voluntad de Dios para contigo?
¿No te parece que lo mejor que puede hacer es deponer las armas y rendirte a Dios quien te ama como nadie jamás te amará?
Finalmente, hermanos, todos aquellos que son creyentes: ¿Qué percepción tenemos de nuestra vida en las manos de Dios? ¿Puedes ver lo que él podría hacer en tu vida si te dispones a dejarle actuar? ¿Podemos ver lo que Dios puede hacer por medio de nosotros si nos decidimos a participar con él en las cosas realmente importantes que suceden cada día en la tierra?
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”
(Romanos 13:11-12)
En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.
Muchas gracias, Antonio por este mensaje tan luminoso. Recordar que Dios no cambia aunque las circunstancias personales de cada uno puedan ser tan difíciles que no halla forma de divisar el rumbo. Recordar que no estamos solos y que los ojos de Dios recorren la tierra buscándonos y deseando que seamos limpios y perfectos, a pesar de nuestra humanidad tan frágil. Ese verso de 2 Crónicas 16:9 es realmente una brújula que muestra el camino para que se desate el poder de Dios sobre nosotros.
ResponderEliminarMuchas gracias por el precioso mensaje de este día. Seguiré leyéndolo con mucha atención.
Un fraternal saludo.
Mirtha Cherato
Florida, USA