miércoles, 12 de octubre de 2011

DESAFIADOS POR EL ENEMIGO



“En cualquier situación donde Satanás domina y amenaza, Dios busca un hombre por medio del cual Él puede declararle la guerra al enemigo. Él se propone que por este hombre Satanás se de por notificado, retroceda, liquide sus pertrechos y se mande a mudar. El poder de las armas espirituales aplicado sobre las condiciones del conflicto no puede menos que frustrar al enemigo, conseguir la victoria para el pueblo de Dios, y cumplir Sus propósitos”
(Arturo Mathews)

            Un pasaje bíblico que demuestra con claridad la verdad sobre este pensamiento se encuentra en 1 Samuel 17, es el célebre pasaje del encuentro entre David y Goliat, al cual quiero que nos acerquemos en esta oportunidad de una forma distinta a como lo hicimos hace un tiempo atrás.

            La historia es conocida de todos, sin embargo leámosla nuevamente antes de extraer algunos principios y pensamientos que puedan ser de utilidad y bendición para nuestras vidas. Israel en conflicto es un tipo del pueblo de Dios, de los hijos de Dios, quienes también están en conflicto permanente contra Satanás, el enemigo de Dios.  Hay una fuerza hostil que ejerce una poderosísima influencia sobre el mundo en contra de todo aquello que esté relacionado con los propósitos y designios divinos. El conflicto es un hecho, el desafío ha sido lanzado, en aquel entonces para el ejército de Israel, hoy para el ejército de Dios, la iglesia de Jesucristo.

            Veamos que actitud demostraron tener Saúl, rey de la nación, y sus guerreros. En el pasaje que consideramos podemos notar lo siguiente:

-         Se turbaron (vs.11) (Su estado de ánimo era de perplejidad y desorientación)
-         Tuvieron gran miedo (vs.11)
-         Huían de la presencia de Goliat (vs.24)
-         Tenían gran temor (vs.24)
-         Comentaban con asombro y desesperanza la situación que vivían (vs.25)
 
Es posible pensar que ellos tenían razones para reaccionar de esa forma tan pusilánime. No es común ser desafiado por un acorazado gigante (vs.4-7) quién además es un experimentado guerrero (vs.33) y luce como invencible ante nuestras posibilidades humanas. Veamos en detalle algunas de las características que del mítico Goliat nos ofrece la Escritura:

-        Era un Paladín (vs.4) (Caballero fuerte y valeroso que, voluntario en la guerra, se distingue por sus hazañas)
-         Tenía una estatura entre los 2.60m y los 3.20 m. (vs.4). 
-         Su armadura consistía de un casco de bronce; una malla de bronce de unos 57kg; sus piernas estaban recubiertas como con escamas de bronce; sostenía una lanza de unos 2m de largo con una punta  de unos 7kg de hierro; entre sus hombros llevaba una jabalina, y en su mano una espada; además de todo ello, un escudero caminaba con su escudo delante de él. (vs.5-7).
-         Se mostraba ante el ejército de Israel, arrogante, desafiante, e insolente. (vs.8-10)

De modo que si se hubiese tratado de otra gente, no relacionada con Dios, hubiese sido comprensible la reacción de Saúl y su ejército ante Goliat. Pero siendo que ellos eran el pueblo de Dios, no es posible justificar su conducta, la cual solo se puede explicar a razón del pecado y la falta de comunión para con Dios. Para la época de este desafío lanzado por Goliat, Saúl estaba experimentando una profunda y progresiva decadencia en su vida espiritual. No es casual que no se haga mención de ningún recurso espiritual en el transcurso de este conflicto (que llegaba a los 40 días!!): no vemos ningún llamado a la oración, o al ayuno, o que hayan pedido ayuda al Juez Samuel para que intercediese a favor de ellos; absoluto silencio es lo que se observa en este sentido durante todo ese periodo, y este silencio evidencia que, tanto el rey como los integrantes del ejército, se olvidaron de Aquel que podía darles la victoria y que gana las batallas, no por fuerza, sino, por el poder de su Espíritu.
Ay de nosotros cuando, a semejanza de Saúl y su ejército, nos olvidamos de Aquel que nos puede dar la victoria en medio de los conflictos y desafíos que llegan a nuestra vida, porque cuando así sucede, nos sobrevendrá lo mismo que a ellos: turbación, miedo, deseos de huir, e impotente asombro.

Consideremos ahora la persona de David en sus características físicas y sociales. La Biblia nos dice de él lo siguiente:

-         Provenía de una humilde y pueblerina familia (vs.12)
-         Era el menor de sus hermanos (vs.12)
-         Sus tres hermanos mayores estaban en el ejército de Saúl (vs.13)
-         Era el encargado de las ovejas y de hacer los “mandados” (vs.15,17-18)
-         Era tan solo un muchacho (vs.33)
-         Nunca había vestido una armadura de guerra (vs.38-39)
-         Era rubio y de hermoso parecer (vs.42)

Por sus características, David parecía no tener la más mínima posibilidad de enfrentarse y vencer en aquel desafío. Sus hermanos le hablaron con molestia al ver su interés en este conflicto; Saúl intentó hacerlo desistir alegando que era demasiado joven; Goliat le menospreció al ver su semblante juvenil y las armas que traía en manos. Pero lo que ninguno allí lograba percibir era que el arrojo de David y su determinación estaban muy bien fundados. Cuando David vio y escuchó a Goliat, vio a un enemigo completamente diferente del que vieron Saúl y sus hombres. El vio en Goliat:

-         Un enemigo a vencer (vs.26)
-         La oportunidad de quitar la afrenta y humillación a que estaba siendo sometido el pueblo de Dios (vs.26)
-         Un insignificante provocador (vs.26)

Hay algo que David percibe claramente: este es un conflicto que atañe al honor de Dios (vs.36). Pero además, David, a diferencia de Saúl, tiene el testimonio de una limpia conciencia y sabe que cuenta con el respaldo divino (vs.37). Nunca habrá una mejor confianza y garantía para nuestras victorias que Dios el Señor, pero el disfrute de esa seguridad tan excelente solo esta al alcance de aquellos que viven con limpia conciencia delante de él.

Ya conocemos el desenlace de la historia, solo quiero añadir que debemos notar el motivo presente en el corazón de David:

“…toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (vs.46-47)

Toda la tierra debe saber que Dios vive en nosotros, que él realmente está presente en medio de su pueblo, de su iglesia. Cada creyente, toda la congregación de los redimidos, debe saber, que las verdaderas victorias de Dios no se obtienen con base en la fuerza humana, sino que se obtienen por el poder de Dios, en cuyas manos está el dar vida y poder a todos y de quien es por siempre la victoria, la gloria y el honor.

¿Cómo puede relacionarse la historia de David frente a Goliat con nuestras vidas?

También nosotros estamos siendo desafiados por algún Goliat. Es probable que sobre la mayoría de nosotros estén flotando nubarrones de amenazas y de opresión. En estos tiempos muchas personas, cristianos y no cristianos, viven atemorizados por las circunstancias, intimidados por el enemigo, con un susto en el corazón. Pero no hay porqué vivir así cuando es posible confiar en Dios, en su obra de victoria llevada a cabo en la cruz del Calvario, donde uno infinitamente mayor que David enfrentó y venció a los poderes de las tinieblas alcanzando eterna victoria para todos los que en él confían.

¿Ya divisaste a tu enemigo? ¿Sabes que viene contra ti y los tuyos? ¿Con qué estás enfrentando su desafío? ¿Estás orando a tu Señor por tu vida y la de los tuyos? ¿Estas haciéndole frente al enemigo en tu vida o lo estás dejando a sus anchas, permitiendo que te oprima y humille cada día? ¿Ya se sabe por tus victorias contra el pecado y la adversidad que el señor está contigo? ¿Estás con tu testimonio silenciando las blasfemias del enemigo? ¿O acaso vives de forma tan indiferente que tu vida no hace diferencia alguna en los que te rodean?

David puso las armas de Goliat en su tienda personal y se presentó ante Saúl con la cabeza del gigante en su mano. ¿De qué cosas te gustaría llenar tu tienda y con qué conquistas te quieres presentar delante de tu Señor y Dios?

En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.
  

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