“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces, vosotros seréis manifestados con él el gloria”
(Colosenses 3:1-4)
Aunque la vida cristiana no consiste en una serie de prohibiciones o negaciones, ni está basada en un código de abstinencias, es común que sea percibida desde afuera como si de eso se tratase. Muchas personas piensan que los cristianos son personas muy infelices y hasta sacrificadas porque son muy estrictos al no entregarse a la bebida en momentos de celebración, o porque no participan del júbilo de las ferias de vanidades que la vida moderna ofrece. Que las personas de “afuera” piensen equivocadamente sobre la vida cristiana es comprensible y no debe resultar extraño, pero que muchos de nosotros, estando “adentro”, y conociendo el glorioso Nombre en el cual hay perdón de pecados y nueva vida, también nos equivocamos sobre la vida cristiana, es preocupante. Si se considera la vida cristiana sólo como un código de obligaciones se pierde de vista que la vida cristiana es, en primer lugar una relación, una relación real y personal entre Dios y nosotros; y si bien, es cierto que la vida cristiana no se puede vivir y realizar al margen de la palabra de Dios, (llena de observaciones, prescripciones y diversos mandamientos), también es cierto, que la vida cristiana no se establece sobre la letra del mandato sino en relación con la Gloriosa y Santa Persona que ha dado el mandato, y eso hace toda la diferencia posible. El problema a que nos enfrentamos, si perdemos la relación con la Persona y nos quedamos con la letra del mandamiento, es que nos habituamos a vivir en un código moral, en los márgenes de la moralidad cristiana, pero en ausencia de Dios; quedando así oprimidos por la autoridad de la palabra de Dios, a la cual sabemos que debemos lealtad y obediencia, en ausencia de la ayuda de Aquel que con su presencia nos imparte el poder vivificante.
Como cristianos podríamos hablar de valores, principios educativos y demás, pero ese aspecto no refleja lo esencial del mensaje del evangelio; el evangelio no es en primer lugar moralidad, es ante todo, “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). La vida cristiana no es un código de conducta y valores que se puede abrazar sin más razón que la fuerza de voluntad humana, la vida cristiana es una relación personal con el Dios que nos salva y nos ama. El evangelio ofrece en principio, en esencia, en toda su plenitud, una relación real y definitiva con el Dios eterno por medio del Señor Jesucristo.
Esta relación que ofrece el evangelio solo puede tener su comienzo cuando la persona, quien quiera que esta sea, reconoce su necesidad, admitiendo que hasta ese momento ha vivido de espaldas a Dios, separada de él y su palabra. Cuando este reconocer tiene lugar en la vida personal de alguien, es como si se activase un interruptor en el corazón, algo comienza a suceder, una sed de Dios se despierta en el interior de la persona, un deseo de conocer más acerca de Dios y su evangelio, y la persona no hace más que recibir lo que la palabra de Dios le dice: la palabra de Dios le dice que es pecador y la persona asiente; le dice que a menos que se acoja a la gracia de Dios por medio de Jesucristo se perderá para siempre, y la persona lo entiende y acepta; la palabra le dice que Dios está tocando a la puerta de su corazón y la persona dice “yo lo sé, le he escuchado llamar”. Pero la relación no iniciará hasta que la persona decida reconciliarse con Dios y rendir su corazón y voluntad ante el Creador, reconociendo su necesidad y aceptando su oferta: perdón y vida en Cristo Jesús. (Si usted que lee estas líneas aún no ha experimentado estas cosas de las que escribo, pero es su deseo iniciar esta relación con Dios en este momento, por favor diríjase a la sección “Oración de reconciliación con Dios” de este blog y haga suya las palabras allí expresadas).
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces, vosotros seréis manifestados con él el gloria”
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo”, implica que estábamos muertos, muertos en nuestros delitos y pecados; muertos porque Dios no ocupaba el lugar que tenía que ocupar en nuestras vidas; muertos porque no le conocíamos en verdad, y, ¿sabe qué? la mayor parte del tiempo esa condición de vida no nos importaba en absoluto. Pero tan extraordinariamente grande es el amor y la misericordia divina, que Dios insiste en llamar y tocar las vidas de aquellos que viven de espaldas a su verdad. Y si hoy usted disfruta de la salvación que es en Cristo Jesús, no olvide que usted estaba muerto; si hoy usted tiene paz y buena esperanza por medio de nuestro Señor, no olvide que antes estaba muerto, sin Dios y sin esperanza en el mundo; si ahora que usted es cristiano toda su vida ha cambiado para bien, jamás olvide que antes estaba separado de Dios, muerto y encadenado a sus pecados, y fue Cristo Jesús quien le sacó de esa condición, no fue su inteligencia, ni sus posibilidades, no fue su experiencia educacional, ni las ideologías políticas, no fue nada que hombre alguno le pudiese ofrecer, fue la misericordia y el poderoso mensaje del evangelio del Dios bendito. Estamos viviendo tiempos peligrosos y la palabra de Dios hoy nos dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”
Parece ser que el ser humano siempre está tras la búsqueda de algo. Necesitamos motivos, objetivos, algo que alcanzar, razones para vivir. Dios es la razón de las razones. Y mientras que el ser humano no reconozca este hecho vivirá en un permanente conflicto y al final de todo, descubrirá que ha perdido la oportunidad irrepetible de vivir su vida para la única meta que lo vale todo: vivir para Dios.
“…buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios…”
¿Qué cosas son esas? ¿Cómo se buscan?
Lo primero que quiero mencionar es que el término “buscad” denota una actitud activa y definida en la consecución de algo. El Señor Jesucristo dijo que la gente que no conocía a Dios hacía de las cosas materiales la principal preocupación de sus vidas, pero que los creyentes debíamos buscar prioritariamente, antes que todas las cosas, el reino de Dios y su justicia, porque de esta manera las cosas materiales nos serían dadas como añadidura por Dios. Una versión católica traduce: “saboread las cosas de arriba”, me parece una buena imagen esa de “saborear” las cosas de arriba.
- Las cosas de arriba son todas aquellas que están relacionadas con el reino de Dios. No debemos olvidar que una cosa es el reino de Dios, en su dimensión espiritual y escatológica, y otra cosa totalmente distinta es el ideal que persigue la sociedad humanista que vive en abierta rebelión contra Dios.
- Las cosas de arriba son aquellas que han sido establecidas en la autoritaria palabra de Cristo. A veces nos perdemos en este punto y pretendemos buscar las cosas de arriba haciendo caso omiso de la autoridad de su palabra. Es imposible que busquemos las cosas de arriba de espaldas a la palabra de Dios, no se puede buscar a Dios sin tomar en cuenta lo establecido en su palabra. Buscar las cosas de arriba implica obedecer y vivir en la realidad de lo establecido en la palabra de Dios en cada área de nuestra vida.
- Las cosas de arriba son aquellas que nos resultarán en recompensa para el día del juicio ante el tribunal de Cristo. Una verdad establecida en la palabra de Dios es que daremos cuenta a nuestro Señor por las cosas que hicimos o dejamos de hacer. Por eso es tan necesario que examinemos nuestras vidas. Que con verdad juzguemos si estamos viviendo a la manera de Dios o acaso estamos viviendo con actitudes y comportamientos anticristianos en nuestra vida.
- Las cosas de arriba son aquellas que nos relacionan con Dios y nos llevan al cumplimiento de su propósito en nosotros. Dios tiene un plan original para cada uno de nosotros, un plan maravilloso que contempla el fructificar abundantemente para él, pero ese plan solo lo podemos descubrir y ver realizado, en la medida que hacemos elecciones deliberadas de desechar las cosas pecaminosas y terrenales, para asirnos, mas bien, de las espirituales y celestiales. El buscar las cosas de arriba nos llevará a comprender más claramente el propósito de Dios para nuestra vida.
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”
“Poned la mira” se podría traducir también como “manteneos pensando en las cosas de arriba”. Creo que la idea es enfatizar el hecho de que estamos llamados a vivir una vida con motivaciones diferentes a las de las personas que no conocen a Dios. Estas palabras también nos enseñan que la respuesta a nuestras luchas, como personas sujetas a tentaciones y debilidades, no está en los recursos humanos, sino, en los recursos que proceden de la diestra de Dios, donde está Cristo nuestro Señor y Salvador.
Este mundo vende con muy elaboradas campañas sus valores y recompensas. Ofrece placeres para todos los gustos. Ofrece facilidades para ingresar en sus esquemas y propuestas. Pero el cristiano que está claro en su posición sabe que él no vive para tales fines. Hay un objetivo superior que ahora define y proyecta su vida: la gloria de Dios y el fructificar para él. El mundo ofrece placeres impuros, el cristiano prefiere los placeres que se disfrutan con una conciencia limpia ante Dios. El mundo le ofrece hacer carrera apoyado en la altivez y en la soberbia, pero el cristiano prefiere la cruz de su Señor y aprender de aquel que es manso y humilde de espíritu y así hallar descanso para su alma. El mundo le ofrece ganancia fácil pero ilícita de dinero y otros bienes, pero el cristiano recuerda a aquel que no tenía donde recostar su cabeza y quien dijo que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. El mundo finalmente le dice que es un ciudadano de segunda y le muestra desprecio a razón de su fe, pero el cristiano sabe que nada puede hacer el hombre contra él; que su vida está escondida con Cristo en Dios. Y así como nuestro Gran Dios y Salvador en el mundo estaba y no fue reconocido, la gran mayoría de los creyentes viven inadvertidos en este mundo, despreciados, desconocidos, vejados y maltratados, ignorados a propósito, ridiculizados y tenidos por pobres hombres y mujeres, pobres porque profesan creer y no se atreven a vivir sin tomar en cuenta a Dios en sus vidas. Pero no siempre será así, no reinará el pecado para siempre, no reinará la injusticia para siempre…
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces, vosotros seréis manifestados con él en gloria”
Cristo es nuestra vida. Porque nos dio vida y perdón de pecados por su muerte en la cruz; porque de él recibimos aliento, vitalidad y poder; porque sólo él puede darle perfecto sentido a nuestra existencia; porque solo por medio de él tenemos absoluta confianza del curso y destino de nuestro camino; porque en él lo tenemos todo y separados de él nada podemos hacer. Y Él, nuestro Señor Jesucristo, se manifestará públicamente. Se manifestará y todo ojo le verá; se manifestará, y nosotros seremos semejantes a él (1Juan 3:2); se manifestará en gloria con los ángeles de su poder y nosotros también nos manifestaremos con él en gloria, como lo expresa el texto bíblico que hoy nos ocupa, ¿Todavía lo creemos? ¿Aún resulta una esperanza consoladora y alentadora para nuestras vidas? Los tiempos son malos y peligrosos; las sombras de la oscura noche cubren el mundo, ¿Seguiremos satisfechos con una religión correcta pero carente de la presencia de Dios? ¿Acaso no será mejor opción tomar el riesgo de buscar las cosas de arriba?, porque de seguro, como un viejo himno dice, Él “viene otra vez… tal vez al amanecer o tal vez al anochecer…día glorioso será para mí, al mundo viene otra vez”.
En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.
Gloria a Dios
ResponderEliminarQue buen mensaje que Dios le iluminó.
ResponderEliminarel amor de DIOS es insuperable. nada lo iguala cristo es mas importante que las riquesas de este mundo que pereceran
ResponderEliminarAmen gloria a Dios, mensaje alentador bendiciones
ResponderEliminarAmen gloria a Dios, mensaje alentador bendiciones
ResponderEliminarQue hermosa enseñanza, de verdad estoy aprendiendo, gracias.
ResponderEliminarDe gran bendición sus comentarios ciertamente este mundo es de paso mientras somos pequeños, un día Dios nos llevará a su reino y reinaremos juntamente con Él.
ResponderEliminarAmen, no hay mejor lugar, que estar a sus pies.
ResponderEliminarPieso que la busqueda de las cosas de arriba son las invisibles como las eternas, como las que se logran por medio dela fe ; que se pueden optener como veneficio de parte de Dios como visibles hechas en nuestras vidas que honrren a Dios como haser tesors en el cielo como obras que honrren a Dios.
ResponderEliminarQue Dios lo siga bendiciendo y le siga dando sabiduría para compartir mensajes que edifican
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