miércoles, 2 de marzo de 2011

UN SOLO EVANGELIO


“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más sin aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”
(Gálatas 1:6-9)

            El mundo está plagado de un sin número de religiones. No son tres, seis, diez, o veinte, ni siquiera cincuenta o cien: son, literalmente, miles. Cada año los diccionarios enciclopédicos que tocan esta temática quedan rezagados ante la vertiginosa aparición de grupos, corrientes, sectas de todo tipo, que promueven algún tipo alternativo de prácticas religiosas. Los analistas del campo de la sociología de la religión afirman que ello se debe, en parte, a la necesidad de las personas de determinar por si mismos qué es verdad, qué creer, y qué practicar, y todo ello en base a sus propias experiencias. Es así, por ejemplo, que una persona mira una roca, un árbol, o cualquier cosa, y, de repente, decide que ese objeto es capaz de brindarle algún tipo de seguridad, y, lo que es el colmo de la irracionalidad y la necedad, luego afirma que tal objeto tiene cualidades divinas. La lista de irracionalidades y fetiches religiosos que el ser humano se ha inventado podría ser interminable: uso de “piedritas de colores”, portar algún amuleto u objeto de suerte, colocar espejos en algunos lugares de la casa, vestir ropa de determinados colores, acudir ante un medium o iluminado espiritual, etc, etc. Y es que cuando las personas rechazan voluntariamente la verdad, quedan a merced de los engaños más insensatos y de las prácticas más envilecedoras. Al despreciar la verdad se abre la puerta a la falacia y el engaño; al huir de la luz los hombres se adentran en las tinieblas. No sin responsabilidad las personas rechazan la luz de la verdad y deciden por la mentira; Jesús dijo: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn.3:19). Cada ser humano es tanto responsable como culpable por abrazar el engaño y rechazar el testimonio cristalino de la verdad.

La Biblia, que en el más estricto y literal de los sentidos es la palabra de Dios, declara y enseña, muy aparte de las opiniones de las personas, que hay solo un Dios verdadero quien, además, se ha dado a conocer revelando su carácter y maravillosos propósitos para con los hombres. Él es el mismo por los siglos y es el único que tiene inmortalidad, a quien ninguno de los hombres, dicho sea de paso, ha visto ni puede ver, y quien, así mismo, ha establecido la única manera por la cual los hombres, cualesquiera que estos sean, pueden acercarse y conocerle. No hay muchos caminos para llegar a él (Jn.14:6); tampoco hay muchos  intermediarios entre él y los hombres (I Tim.2:5); en realidad solo hay un Camino y un solo Mediador o conciliador entre Dios y los hombres: Jesucristo, el único Salvador, el único mediador, el único redentor. Aunque en la actualidad muchos evangelios diferentes son predicados, no hay más que un solo evangelio que trae la salvación y el conocimiento de la gloria de Dios. No hay evangelios alternativos para escoger al gusto y medida de aquellos que pretenden acercarse a Dios, y quienes se inventan otro evangelio diferente, lo hacen bajo pena de maldición divina. No hay tal cosa como un "evangelio diferente" para los tiempos modernos en que vivimos; el único evangelio que verdaderamente existe y debe ser predicado es el antiguo evangelio: el de "la vieja y conocida historia del Cristo que de la gloria decidió venir para salvar al pecador”.

La palabra evangelio es la traducción de un sustantivo griego que significa Buenas Nuevas, es decir, buenas noticias. El evangelio es Jesucristo. Evangelio es lo que Dios hizo a favor de los hombres al entregar a su Hijo eterno en la cruz romana hace casi 2000 años para salvación de todo el que cree. Evangelio es el poder transformador que hace nuevas personas de aquellos que abren su oído y corazón a la bendita y buena noticia. Evangelio es aquello que lleva al individuo a reconocer su bajeza y maldad, su condición de pecador, y su necesidad de la gracia y bendición de Dios, que solo por medio de la fe en Jesucristo y su obra redentora en la cruz son ofrecidas y aplicadas a la vida del hombre. Evangelio es vida y paz con una conciencia limpia y sincera ante Dios, cosas que sólo se alcanzan por medio de la fe en Jesucristo, el único cordero de Dios quien por su sangre derramada puede borrar nuestras rebeliones. Evangelio es vivir de espaldas al pecado y a todo aquello que nos separa de la comunión con Dios. Evangelio es no participar en la corriente de disolución que mueve este mundo y vivir una vida diferente para la gloria y honra de Dios.

¿Qué tan importante es el evangelio? ¿Cuánto vale el evangelio? ¿Cómo se puede medir su valor?

            Es superior en valía a todas las cosas que el hombre puede lograr. La persona que conoce el evangelio recibe una sabiduría e inteligencia superior, aun cuando nunca hubiere pisado un recinto académico o universitario, una luz da carácter especial alumbra su pensamiento y corazón; aún en su semblante y rostro esto se deja ver (2Cor.4:6; Ec.8:1). La persona que recibe el evangelio pasa a formar parte de los hombres y mujeres más ricos de la historia humana aun cuando no posea dinero ni propiedades reconocidas por las autoridades terrenales (Rom.8:17; Ef.1.18) ; quien cree al evangelio recibe la vida indestructible y eterna de Dios; ni la muerte le vencerá, pues de su sepulcro será levantado para no morir jamás (Jn.11:25-26); todo aquel que obedece al evangelio vive bajo los preceptos y leyes de la más alta naturaleza, bajo los principios de Dios; principios divinos y eternos que redundan en bienestar y bendición.

Con respecto al valor del evangelio, dejemos que la Escritura nos de su avalúo:

...es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel, campo
...es semejante a un mercader de perlas que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró
(Mateo 13:44-45)

            Su valor es eterno e infinito, es inestimable; tarea inútil es tratar de equipararlo con algún bien material que el hombre pueda llegar a poseer: “…si diese el hombre todos los bienes de su casa tratando de comprarlo de cierto será menospreciado” (Cnt.8:7), porque aunque su valor es mayor que el del oro y las piedras preciosas, y todo cuanto se puede desear no se puede comparar con él, sin embargo, el evangelio no está en venta, es concedido gratuitamente a todo aquel que tenga sed, es otorgado sin dinero a todo aquel que cree.

Es llamado en las Escrituras de diversas y maravillosas maneras:
  • El evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. (Ef.3:8)
  • El evangelio de la gloria de Cristo (2Cor.4:3)
  • El evangelio de la gracia de Dios (Hch.20:24)
  • El evangelio eterno (Ap.14:6)
  • El evangelio de la paz (Hch.10:36; Ef.6:15)
  • El evangelio del reino de Dios (Mr. 1:14)
  • El evangelio del Señor Jesús (Hch.11:20)
  • El evangelio de Cristo (Fil.1:27)
  • El evangelio del Dios bendito (1Tim.1:11)
            Hay un solo evangelio, y solo una forma de vivirlo: la bíblica. Ese único evangelio tiene un Señor a quien se debe todo amor y obediencia, una fe nacida en Dios y dirigida únicamente a Dios, una cruz que llevar cada día en activa negación propia, una palabra incontrovertible por la cual vivir e inclusive morir, una encomienda y mandato de testimonio a todas las naciones, y una esperanza inmarchitable y segura de vida eterna.  

Finalmente, no te pregunto en cuál evangelio crees, sino, ¿qué tipo de evangelio vives?, porque ciertamente, para Dios, y para la salvación y bienestar nuestro, hay un solo Evangelio.

En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.

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