lunes, 27 de diciembre de 2010

VIDA ABUNDANTE


El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” 
(Juan 10:10)

          La vida cristiana no fue diseñada por Dios para ser experimentada de forma estática, rígida o simplemente limitada a un ritual determinado. Cuando el Señor Jesucristo expresó la razón por la que él vino al contexto de la sociedad humana, el dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Y esta vida abundante, muy lejos de ser algo quedo, intrascendente y carente de relevancia, es profundamente dinámica, intensa, vibrante y significativa.
           
En Lucas 19: 1-10, está un relato sumamente breve que nos muestra el alcance e impacto que el evangelio de Jesucristo produce en los hombres. Allí está Zaqueo, un hombre rico, jefe de los cobradores de impuestos, un hombre que piensa que es preferible ser despreciado por sus coterráneos y servir a los conquistadores romanos, con tal de tener la posibilidad de ponerse en más dinero. No piensa en nadie más que no sea él mismo, su oficio y  su dinero. Una vida monótona y tediosa, aunque lucrativa. Pero cuando este hombre tiene un encuentro con el Señor Jesucristo experimenta la transformación más radical que se pueda imaginar:

-          Decide trepar a un árbol, ante el asombro de todos, para asegurarse de ver a Jesús.
-          Decide abrir las puertas de su casa a Jesús y sus acompañantes.
-          Decide regalar la mitad de sus bienes a los pobres y necesitados.
-          Decide compensar y hacer restitución a todos aquellos que recibieron un trato injusto de su parte en la recaudación de los impuestos.

En otras palabras, entendió que estaba desperdiciando su vida al vivir de la forma en que lo hacía y decidió abandonar los intereses tan mezquinos y egoístas que sostenía. Recordamos a Zaqueo en esta oportunidad por no mencionar a todos aquellos que registra la Escritura en tal sentido. Una multitud de testigos que anuncian a toda la cristiandad que Dios desea que disfrutemos y experimentemos una vida plena y abundante.

Zaqueo es un hombre que ha comenzado a experimentar la vida abundante que Jesús ofrece. Pero, ¿ha notado usted que ahora que Zaqueo es cristiano, tiene menos que antes?

Desde que se convirtió en cristiano se desprendió de una cantidad considerable de su hacienda personal.
Desde que se convirtió en cristiano ya no tiene las mismas ganancias y entradas económicas que antes tenía.
Desde que se convirtió en cristiano ya no posee la misma influencia entre los hombres con quienes trabajaba.

Paradójicamente, al mismo tiempo, aunque Zaqueo tiene menos, disfruta más, ¿tendrá esto algo que ver con lo dicho por el predicador en Eclesiastés 5:12?:

Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia

De manera que en primer lugar la vida abundante que Jesús ofrece no está limitada ni centrada en el aspecto de lo material o económico. Alguien podría decir que aunque la Biblia no lo mencione, es probable que Zaqueo haya sido más próspero en lo material después de ser cristiano. Es posible. Pero también es probable todo lo contrario: que su estilo de vida halla cambiado tanto que, de hombre pudiente y adinerado, haya pasado a ser un hombre simple y modesto en lo económico. La Biblia no afirma ni lo uno ni lo otro. Lo que si es cierto es que el Señor Jesucristo nunca promovió ni alentó en sus seguidores el deseo de poseer riquezas y bienes materiales en abundancia, antes bien, en diversas oportunidades expresó que lo contrario era deseable:

  • Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15)
  • No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13)
  • “...el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra” (Mateo 13:22)
  • “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!(Marcos 10:23)

            En esta época, donde parece no haber un ideal más elevado que el de una vida con posibilidades y abundancia económica, la experiencia de Zaqueo nos recuerda que la vida abundante de Jesús incluye un desprendimiento de corazón (que se expresa en lo práctico y cotidiano) del afán y deseo de poseer grandes cantidades de dinero. Sobre este particular el apóstol Pablo expresó:
           
“...nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” 
(1Timoteo 6:7-10)

            Volviendo sobre Zaqueo, le invito a considerar algunos aspectos que fueron transformados por la influencia del evangelio en su vida. Pienso que Zaqueo, como consecuencia de conocer a  Jesús, experimento profundos y maravillosos cambios en estilo de vida. Con toda seguridad el habría de experimentar cambios a nivel...  
             
-          Espiritual (En su relación personal con Dios).
-          Emocional (Disfrute de paz interna y una saludable autoestima).
-          Social (Cultivar y desarrollar relaciones cálidas y afectuosas con las personas).
-          Profesional (Desarrollar una relación laboral justa, honesta, comprensiva y sensible).
-          Familiar (¡Cómo disfrutaría su familia de este nuevo Zaqueo!)

Estos cinco aspectos nos pueden servir de indicadores para evaluar cuánto estamos disfrutando y experimentando de la vida abundante que el Señor Jesucristo nos vino a dar.

1.- La vida abundante es una vida de relación cercana con Dios por medio de le fe y la obediencia diaria.
     
       Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” 
(Hebreos 10:19-25)

2.- La vida abundante es una vida donde se experimenta verdadera y permanente paz interior (Paz de conciencia).
            Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (2Corintios 1:12).
            Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” 
(1Timoteo 1:18-19)

3.- La vida abundante nos obliga a  restaurar las relaciones con las personas que nos rodean y con quienes convivimos.
     
       Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres"
(Romanos 12:18)

4.- La vida abundante nos impulsa a dar lo mejor de nosotros en nuestro desempeño profesional (valor del testimonio personal). 

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” 
(Efesios 6:5-8)
(Ver además Col.3:22-25; 1Tim.6:1-2; Tit.2:9-14)

5.- La vida abundante se manifiesta en un enriquecimiento de las relaciones familiares.
     
       “...si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” 
(1Timoteo 5:8)
            Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” 
(Colosenses 3:18-21) (También Efesios 5:22-6:4)
           
            La vida que Cristo el Señor otorga a los suyos, a los que creen en él, es poderosamente dinámica y transformadora. La vida abundante que Cristo vino a darnos no es para los domingos o días de reunión en “la iglesia”, sino, que esa vida abundante consiste en permitir que Cristo el Señor imparta significado y propósito a nuestra vida diaria, poder y libertad  para honrarle y agradarle; fortaleza y perseverancia para los tiempos de dificultad y prueba; consuelo y esperanza en la certeza de la liberación oportuna; gozo y alegría por la bendición de contar con su presencia en nuestras vidas.

No permitamos que la negligencia nos impida cultivar una relación cercana y significativa con Dios en la vida diaria.
No permitamos que el orgullo nos impida reconocer nuestras faltas y necesidad de reconciliación con las personas que nos rodean.
No permitamos que el conformismo marque la pauta en nuestro carácter y estilo de vida.
No permitamos que la ausencia de sensibilidad espiritual nos prive de la bendición de disfrutar de una vida familiar gratificante y con propósito.
           
            Recordemos estas palabras del Señor y no permitamos que se borren de nuestra mente y corazón:

Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia

           En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.


Compartir