“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”
(1Timoteo 1:15)
Al hablar sobre el Señor Jesucristo y el propósito de su venida podríamos hacer referencia a variados e importantes aspectos. Podríamos hacer referencia a su nacimiento e impacto sobre la historia del hombre; podríamos referirnos a cómo y por qué durante su estadía en la tierra hubo más movimiento y manifestaciones angélicas que en ninguna otra época de la historia humana; podríamos detenernos a considerar todas sus preciosas y santas palabras, y tratar de evaluar la magnitud de su impacto en el pensamiento humano; podríamos centrar nuestra atención en la comunidad de creyentes que durante más de 20 siglos ha permanecido fiel ha su persona; podríamos hablar de los milagros y el poder sobrenatural que se manifestó en el Jesús terrenal durante su tiempo de ministerio; poder que ningún hombre, ni siquiera el grupo de sus discípulos, ha manifestado y evidenciado en la medida que en él se manifestó; podríamos, incluso, hablar del juicio que se ejecutó contra el diablo y sus ángeles rebeldes cuando Jesús murió en la cruz del calvario; pero sin lugar a dudas una de las principales razones de su venida y manifestación en la esfera humana está expresada en 1Tim.1:15:
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”
Este anuncio es fiel, pues procede de Dios quien jamás miente ni defrauda, pero además, es digno de ser recibido por todos: pobres y ricos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, iletrados y eruditos, simples obreros o profesionales universitarios, hombres de pequeños pueblos como hombres de las más grandes y modernas ciudades...Palabra fiel y digna de ser recibida por todos...dirá alguno me parece que es una palabra hermosa, me parece una palabra esperanzadora, me parece una palabra genuina y sincera, pero el problema es que yo no se si me puede ayudar en mi situación y condición...Permítame repetir que el texto dice que es digna de ser recibida por todos; hombre o mujer, quien quiera que tú seas, puedes abrir las puertas de tu corazón a esta palabra que no hay en ella sino dignidad, virtud, grandeza, verdadera justicia, y sobre todo poder y vida espiritual, y todo ello se ofrece por igual a todos: al sano como al enfermo; al que trabaja como al desempleado; al hombre honesto como también al deshonesto; al hombre de bien como al hombre de malvados y depravados caminos; para el cristiano y el no cristiano.
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”
Que Cristo Jesús vino al mundo, es un hecho que nadie puede negar sin ser acusado de ignorante, pervertido o desequilibrado mental. Es un hecho probado, indiscutible e innegable que Cristo Jesús vivió y murió en el tiempo, lugar, y circunstancias, que narran e indican los Evangelios. El desprecio que han manifestado hacia la persona de Jesucristo algunos hombres poderosos e influyentes ha sido incapaz de oscurecer la irrefutabilidad del hecho histórico conocido de todos: Jesús estuvo entre nosotros. Y ante tan ignominioso fracaso algunos han optado por cuestionar su divinidad, cuestionar su poder, cuestionar sus motivos, cuestionar el significado de su vida y muerte, negar su resurrección, negar la trascendencia de sus palabras. Pero el hecho continúa allí, innegable, imposible de ocultar e ignorar:
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”
¿Quiénes son los pecadores? ¿Cuántos son? ¿Quiere emprender una misión imposible? Encuentre tan sólo un hombre que no sea pecador. Siendo todos pecadores, viviendo en pecado, y demostrando nuestras acciones, pensamientos y emociones que somos, en todo el sentido de la palabra, verdaderos pecadores, no obstante, es paradójico y trágico a la vez, que no nos sintamos como tales. Paradójico, porque muy pocas cosas están tan claramente demostradas como el hecho de nuestra condición de pecadores; desde niños hemos conocido y saboreado el mal y el pecado de una forma u otra; siendo adultos hemos actuado infinidad de veces en contra de nuestros principios morales internos, en contra de los de nuestra sociedad, y en última instancia en contra de los principios establecidos por Dios en su Palabra, y, no obstante, muchos de nosotros no nos sentimos pecadores. Trágico, porque mientras un hombre, o una mujer, no se sienta pecador, no tiene esperanza de salvación. Hasta que la persona entre en conciencia de su condición de pecador, no puede recibir los beneficios que la manifestación de Jesucristo vino a traer a los hombres, porque:
“...Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”
Lo que deseo enfatizar, y no se si lo pueda lograr suficientemente, es el hecho de que antes de que la persona pueda sentir que necesita un Salvador, tiene que sentir el peso de sus propios pecados sobre su conciencia; antes de que desee acudir a la fuente del agua viva para beber de ella, tiene que experimentar la ardiente sed de un conciencia culpable y martirizada por los propios pecados; antes de que pueda entrar en la tierra de gracia y abundancia, tiene que escuchar y temblar ante los truenos y amenazas del Sinaí; a menos que el hombre llegue a la convicción de que es pecador, y caiga de rodillas como Pedro ante Jesús diciendo “apártate de mí, porque soy hombre pecador”, no podrá ser absuelto ni perdonado por Dios. Porque “...Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”.
¿Qué incluye esta salvación de los pecadores?
Liberación de todo tipo de opresión, poder vivir con una conciencia limpia, saber con seguridad que hemos sido liberados de la condenación, el contar con un nuevo ánimo para vivir la vida, el disponer de nuevas fuerzas para vivir una vida diferente de la mano con Dios.
¿Estas debilitado en la fe? El vino para salvar a los pecadores
¿Estas siendo tentado con ferocidad? El vino para salvar a los pecadores
¿Has cedido al pecado en algún área de tu vida y ahora lo lamentas? El vino para salvar a los pecadores
¿Te sientes fatigado y cansado en tu caminar de fe? El vino para salvar a los pecadores
¿Tienes poderosos enemigos y grandes obstáculos? El vino para salvar a los pecadores y también es un poderoso y glorioso Salvador, Salvador de los débiles, de los enfermos, de los afligidos, de los desamparados, de los que no saben que hacer, de los que no se sienten seguros ante la vida, de los que se consideran incapaces o impotentes, de todos aquellos que se ubican entre el grupo de los pecadores.
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...”