jueves, 11 de marzo de 2010

BAJO FUEGO ENEMIGO


Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Ef.6:11)
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pe.5:8)

1.- Una realidad: estamos bajo fuego enemigo

La vida cristiana contempla entre sus muchas facetas una de singular naturaleza: se trata de una faceta caracterizada por el conflicto y el combate sostenido por el creyente con las fuerzas satánicas. Lucha que no le es posible evadir al cristiano y en la que tiene que emplearse con total entendimiento y confianza en su Salvador si ha de salir victorioso en la vida diaria y no sólo en el día final. Este conflicto está claramente probado:

- Lo dice la Escritura en muchos lugares (Efesios 6:10-18; 1Pe.5:8-9; Stg.4:7)

- Lo muestra la historia de la Iglesia (Ap.2:2, 9-10,13,19-25; 3:1-2,4, 9-11)

- Lo evidencia la experiencia de los creyentes en cada generación (La Iglesia perseguida en los primeros siglos; en la reforma, en la Inquisición; en los regímenes socialistas y totalitarios del siglo XX; en el asedio a la vida personal que sufre cada creyente que decide vivir en santidad para Dios )

2.- Dos vidas bajo el fuego enemigo o bajo ataque satánico

Gn.3:1-4. (Eva en Edén)

- Pensó que la serpiente quería su amistad.
- Ni siquiera notó que estaba bajo ataque.
- Se envolvió, cayó en engaño y pecó.
- Compartió su tenebroso descubrimiento.

Mt.4:1-11; Lc.4:1-12 (Jesús en el desierto)

- Estaba convencido de los propósitos hostiles del tentador.
- Estaba consciente de que estaba bajo el asedio y ataque de la serpiente antigua.
- Estuvo atento y firme enfrentando con la Palabra de Dios cada embestida satánica.
- Compartió su profética e inicial victoria.

3.- Los blancos del ataque enemigo:

Cuestionar la autoridad de la Palabra de Dios: “Conque Dios os ha dicho?... sabe Dios que el día que comáis de él...”. Personas que se aventuran a dar opiniones y juicios sobre la palabra de Dios, algunos ni siquiera son nacidos de nuevo, otros la tuercen y malinterpretan para sus pecaminosos y egoístas fines, y otros hasta la usan para afirmar su influencia sobre las personas. Nunca cuestione la Palabra de Dios, antes cuestione su vida, sus motivos, sus inclinaciones y sus debilidades, pero humíllese ante la Palabra de Dios.

Cuestionar la justicia de Dios: Lo que sucedió cuando el enemigo agredió a Job muestra otro aspecto del ataque satánico sobre los hombres: ¿todavía retienes tu integridad? Se le pregunto al justo Job; luego sus pensamientos le torturaban ¡quien me concediese que expusiere mi queja ante el Altísimo acerca de porqué he sido tratado de forma tan injusta”

Cuestionar el propósito de los males y sufrimientos que llegan a nuestra vida: “Si Dios estuviese contigo no te habría pasado eso”, “Señor nunca tal te acontezca”le decía Pedro al Salvador; “Qué provecho tiene ser cristiano si tienes que pasar por esto”; “Dios no escuchó tus oraciones”; etc.

Proponer la ejecución de planes distintos a los de Dios: Invita a hacer distintas cosas “Come del fruto del árbol”; “si eres Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en pan”; “Duerme conmigo” le dijo la esposa de Potifar a José; “edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios” dijeron los enemigos al pueblo de Dios en tiempos de Zorobabel;

Incitar a desafiar y probar la fidelidad de Dios: “échate de aquí abajo, porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y , En las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” fueron las palabras de Satanás para tentar a nuestro Señor Jesucristo; “Haz un censo para que sepas con cuanto pueblo cuentas y cual es alcance de tu poder” parecieran ser las palabras que refirió el enemigo a oídos del rey David (1Cr.21:1-2) las cuales, al ser oídas, finalmente desataron la ira de Dios; “voy a desafiar a Dios, a retar a Dios, a demandar de Dios”; “ayúdate que yo te ayudaré”, etc...el Espíritu Santo no pide nada de eso sólo pide que obedezcamos a Dios y su palabra”

Intentar sobornar y corromper ofreciendo prosperidad a cambio de dedicación y atención a sus propuestas: “no moriréis; sino que seréis como Dios...”dijo a la confundida y debilitada Eva; “A ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos...” dijo el príncipe de las tinieblas al Príncipe de Luz; El enemigo siempre tiene un guiso de “lentejas rojas”para ofrecer (dinero, trabajo, reconocimiento, placeres impuros, ocupaciones inoportunas, distracciones diversas, etc) a cambio de sembrar en el creyente el menosprecio de los bienes espirituales;

Forjar una generación de cristianos enclenques, débiles y sin convicciones bíblicas (la generación de Laodicea): “No os conforméis a este siglo, es decir, a este mundo, sino transformaos...” (Rom.12:1) Un de los objetivos capitales del enemigo al definir las directrices del mundo como sistema y poder de influencia en las sociedad, es modelar un estilo de vida cristiana alternativo al de las Escrituras, es formar una generación de cristianos que estén dispuestos a negociar los principios doctrinales y escriturales por consensos sociales; que abandonen la pureza y la santidad por conveniencias prácticas y materiales; que además de rendir culto y adoración al Señor rindan culto a la personalidad de los líderes mundanos; que estén dispuestos a iniciar disputas y separaciones por motivos carnales, materiales y terrenales; cristianos que valoren y consideren la Biblia a la luz de sus intereses personales en lugar de valorar y juzgar sus vidas a la luz de las Escrituras; cristianos que tienen nombre de vivos pero que en realidad están muertos; son la generación de Laodicea (Ap.3:14-22), cristianos que no son ni fríos ni calientes; cristianos prósperos y ricos; cristianos que nadie les puede enseñar nada; cristianos que lo único que tienen es una religión vacía y carente de poder espiritual, porque Cristo no está allí presente.

4.- Haciendo frente al ataque enemigo:

Un asunto de fe (Ef. 6:16): La vida cristiana comienza en la fe, se vive por la fe, y termina por fe. En el evangelio la justicia de Dios se revela para fe y por fe (Rom.) El justo por su fe vivirá y si retrocediere no agradará a mi alma, dice el Señor (Hab.2). Sin fe es imposible agradar a Dios, pero sin fe también es imposible hacer frente al fuego enemigo, porque la lucha no es contra carne y sangre; y no valen armas de guerra, no es con fusiles, no es con violencia, no es con argucias y sabidurías humanas, es con el Espíritu del Señor y sólo podemos apoyarnos en su Espíritu por medio de la fe.

- Fe en que nuestros pecados han sido perdonados
- Fe en que nuestra naturaleza fue juzgada y nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él
- Fe en que en la cruz Cristo despojó a los principados y a les potestades y los exhibió públicamente triunfando sobre ellos
- Fe en el nombre de Jesús es sobre todo nombre, y ante tan glorioso nombre todos se postrarán
- Fe en que Dios es fiel y no dejará que seamos tentados más de lo que podemos soportar y nos ha de dar una salida oportuna
- Fe en que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo
- Fe en que es cierto que el Hijo de Dios vino para deshacer las obras del diablo
- Fe en que las cosas que la Iglesia ate en la tierra serán atadas en el cielo y lo que la Iglesia desate en la tierra será desatado en el cielo
- Fe en el hecho poderoso de que, aunque seamos contados como ovejas que van al matadero, sin embargo, en Cristo Jesús somos más que vencedores
- Fe en que “LA VICTORIA QUE HA VENCE AL MUNDO, ES NUESTRA FE”.


Un asunto de obediencia a la Palabra de Dios(Stg.4:7): Jamás un cristiano obtuvo victoria alguna sobre el enemigo sin obedecer a la Palabra de Dios. No es “pisando la cabeza del diablo”, es obedeciendo la Palabra de Dios; no es reprendiendo a diestra y siniestra cuanto demonio se nos ocurra mencionar, es obedeciendo la Palabra de Dios de todo corazón; no es siquiera declarando o “confesando la palabra” es, en primer lugar, obedeciendo la Palabra de Dios y conformando nuestra vida a ella; filtrando nuestros pensamientos y actitudes por lo que dicta y exige la Palabra de Dios; en la batalla espiritual la autoridad sobre el enemigo se obtiene por la fe en la poderosa obra de Cristo en la cruz del calvario, y por la obediencia decidida y sincera a la Palabra de Dios en cada área de nuestra vida.

Un asunto de cuidado y vigilancia (1Pe.5:8)
“Guerra avisada no mata soldado, y si lo mata es por descuidado” A menudo somos descuidados, y dejamos de estar alertas; es decir, bajamos la guardia por lo que recibimos el daño de nuestra falta de atención. Dejamos de velar porque desestimamos a nuestro adversario (león sin dientes, etc), entablamos amistad con el enemigo (con sus hijos predilectos y quienes marcan la pauta en la moda; con su cultura y sistema lleno de todo pero vacío de Dios; abrazamos sus valores y principios y creemos equivocadamente que sus urgencias y prioridades han de ser las nuestras también), olvidamos que estamos en guerra y ausentes de nuestra verdadera y definitiva patria. Anda alrededor buscando, fisgoneando, examinando, tratando de encontrar una puerta abierta, una brecha, un lugar desprotegido y descuidado en nuestra vida. Conoce nuestro lado flaco, y sabe como explotar nuestras debilidades, no pierde oportunidad para ganar alguna ventaja: “para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2Cor.2:11). Por tanto, cristiano, hay que velar, velar atentamente y resistir.


5.- Perspectivas de la guerra
Cuando haya acabado todo...

Creyentes que cayeron bajo el fuego enemigo: en inmoralidad, en deshonestidad, en orgullo y prepotencia; en blasfemia y falsas doctrinas; en lucro y amor al dinero; en discordias y enemistades; en amistad, tratos y componendas con el mundo; cuando haya acabado todo cuantos se alejaran de él avergonzados... cuantos no podrán decir “he peleado la buena batalla”;

Creyentes que se vendieron al bando enemigo: por amar más al mundo que a Dios; porque las cosas que el mundo y el diablo les ofrecieron les parecieron agradables, buenas para comer, y codiciables para alcanzar lo que no tenían; cristianos que jugaron nuevamente el papel de Judas Iscariote, viviendo cerca de Cristo pero dando lugar al diablo en sus corazones; hombres de nuestra confianza con quienes comunicábamos dulcemente los secretos de Dios en la casa del Señor como profetizaría el rey David;

Creyentes que no atendieron al toque del clarín que llamó al combate: mientras la guerra sacudía el cielo, la tierra y el infierno, ellos jugaban a vivir su propia vida ajenos al llamado, los otros hermanos sufren, padecen, oran, luchan y se esfuerzan por perseverar en la difícil batalla contra el pecado, el mundo y el diablo, pero ellos están muy ocupados para involucrarse de esa forma en la lucha, ellos pueden seguir la pelea pero a la distancia como detrás de la barrera, ¿quién los eximió de sus deberes en combate? El diablo que sembró en sus pensamientos que la vida cristiana se puede vivir sin tanto compromiso y fanatismo, y le creyeron al diablo antes que a su Comandante en Jefe, quien hace mucho dijo: “esforzaos por entrar...sólo los violentos lo arrebatan...aún no habéis resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado...ninguno que milita se enreda en los negocios de esta vida a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado...y ellos le han vencido por medio de la sangre del cordero y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”

Creyentes que permanecieron firmes por la gracia de Dios: muchos quedaremos firmes por la gracia de nuestro Dios y por estar atentos (el que piensa estar firme ¡mire! que no caiga 1Cor.10:12). “Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef.6:13).

Creyentes que verán al Dios de paz aplastar a Satanás bajos sus pies(Rom.16:20)

Creyentes de quienes se dirá: “ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Ap.12:11)

Separados del Señor no tenemos posibilidad de alcanzar la victoria (Jn.15:5), pero apoyados en Cristo Jesús “somos más que vencedores” (Rom.8:37).

Antonio Vicuña.
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