lunes, 24 de julio de 2023

¿DE DÓNDE TIENES TU FUERZA?

 ¿DE DÓNDE TIENES TU FUERZA? 

“No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”

(Salmo 147:10-11)

Algunos datos sobre los caballos:

1. Los caballos pueden vivir 25-30 años promedio; llegar a medir cerca de 2 metros y medio de longitud, y 1.4 a 1.7 metros de altura; y alcanzar un peso de entre 700-1000kg.  

2. Los caballos son capaces de correr a las pocas horas de haber nacido. La velocidad media de galope de un caballo adulto es de 44 km/ pero el más rápido de la historia alcanzó los 88 km/h.

3. Los caballos suelen dormir de pie. 

4. Los dientes de los caballos nunca dejan de crecer y es así como se puede determinar su edad 

5. Hay 16 músculos en cada una de las orejas de los caballos, por eso pueden girarlas 180 grados.

6. El caballo más longevo del que se tiene registro murió en 1822 a la edad de 62 años.

7. El caballo tiene un gran ángulo de visión además de estar entre los mamíferos con ojos más grandes sobre la Tierra, los caballos tienen la gran capacidad de ver casi en 360°, debido a la ubicación de sus ojos a ambos lados de la cabeza. Sin embargo, tienen un punto ciego justo frente a su nariz

8. Un es capaz de beber alrededor de 38 litros de agua al día.

9. Tienen la capacidad de reconocer sonidos y voces familiares a largas distancias. 

10. Hubo un caballo llamado Fusaichi Pegasus que fue vendido en 70 millones de dólares convirtiéndose así en el ejemplar de su especie más caro del mundo

11. Inciatus del emperador romano Calígula fue uno de los caballos más admirados de la historia. Vivió entre lujos, comía en un abrevadero de oro, portaba túnicas y su dueño casi lo nombra senador de Roma.

12. Un caballo puede soportar unos 400 kilos de peso y mover hasta cerca de 1000 kilogramos.

 Un pasaje bíblico que menciona algunas de las características de la personalidad de estos estupendos animales, expresa:

“¿Diste tú al caballo la fuerza?

¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes? ¿Le intimidarás tú como a langosta?

El resoplido de su nariz es formidable.

Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

Contra él suenan la aljaba,

El hierro de la lanza y de la jabalina;

Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,

Sin importarle el sonido de la trompeta;

Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!

Y desde lejos huele la batalla,

El grito de los capitanes, y el vocerío”

(Job 39:19-25)

   Una historia real manifiesta que aún este formidable animal puede llegar a encontrarse en situaciones donde su fuerza es insuficiente para salvarle…

   Nicole Graham, una madre de Melbourne (Australia), salió recientemente a dar un paseo a caballo por la playa con su hija. Sin embargo, lo que iba a ser una encantadora y relajante excursión se convirtió en una pesadilla. El caballo de Graham, un equino de 18 años llamado Astro, se vio atrapado en un barro inesperadamente traicionero, seguido por el caballo de su hija, antes de que ella pudiera advertirles.

   Graham pudo salir del barro y sacar a su hija y su caballo, pero Astro quedó atrapado. Ella permaneció a su lado por varias horas mientras el animal luchaba por liberarse.

 Con más de 450 Kg de peso, cualquier intento de liberar al caballo sin ayuda tan solo conseguía que ambos quedasen aún más atrapados.

   Una vez que llegó la ayuda, Graham se mantuvo a su lado tranquilizándole. Estaban obligados a ir contrarreloj, ya que pronto la marea subiría.

   En el salvamento participaron un equipo de bomberos, veterinarios y un agricultor vecino que prestó su tractor para ayudar a remolcarlo.

   Astro fue sedado para evitar que siguiera extenuándose mientras trabajaban para liberarlo. Probaron diferentes tipos de equipos para sacarle, incluso un helicóptero, pero nada se movía en el barro.

   El capitán de bomberos, Roger Buckle, dijo que ese barro era "como arenas movedizas", por lo que todos los presentes se iban poniendo cada vez más nerviosos a medida que la marea iba subiendo.

   Finalmente, el tractor resultó de mucha utilidad, y con este y el esfuerzo de todos se logró sacar Astro del barro.

   En cuanto estuvo a salvo, el caballo colapsó momentáneamente de cansancio y fatiga, pero después de un merecido descanso, pudo emprender junto a su dueña el camino a casa.


¿DE DÓNDE TIENES TU FUERZA?

   En la vida cristiana nos conviene aprender lo más pronto posible que hay un cierto tipo de fuerza que estorba los propósitos de Dios para nuestras vidas. No es ninguna fuerza exterior, o procedente del maligno, ni siquiera del mundo corrupto que nos rodea. Se trata de nuestra voluntad propia. Nuestra voluntad, lo que llamamos “fuerza de voluntad”, puede ser, y generalmente es, el punto que más nos cuesta como hijos de Dios resolver en nuestro caminar de fe para alcanzar la verdadera madurez espiritual.

   Es un punto difícil para todos porque implica en cierto sentido la renuncia a nuestra propia vida, y esto es algo que asusta hasta al más valiente y osado de nosotros, pues no se trata de un acto heroico que realicemos en un momento decisivo, sino que se trata de asumir una actitud de vida diferente de por vida. Es lo que expresa el Señor Jesucristo cuando dijo:

“Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”

(Lucas 14:33)

   No importa cuán inteligentes, hábiles, proactivos, voluntariosos, ingeniosos, creativos, disciplinados y competentes seamos; todo lo que somos debemos rendirlo ante Él, rendirlo a Él.

    General y mayoritariamente los que creemos en el Salvador tenemos problemas con esta petición de nuestro Señor, que dicho sea de paso, no es una petición de renuncia a bienes y comodidades materiales, sino una condición (no petición) de entrega total, lo cual únicamente es posible si rendimos toda nuestra voluntad a Él.

   Rendir nuestra voluntad conlleva renunciar a nuestra posesión más profunda y esencial. Es decidir voluntariamente dejar de tomar las decisiones de nuestra vida por nuestra propia cuenta, y comenzar a hacerlo en sujeción a lo que la Palabra de Dios nos indica, enseña y exhorta.

   En la vida cristiana lo importante no es el hacer por el hacer. Basta leer los primeros versos del capítulo 13 de 1ra Corintios para comprobarlo. Por lo que es sumamente importante que aprendamos la lección de la rendición de nuestro carácter y voluntad a nuestro Señor y Salvador. 

   En estos tiempos de abundancia de información y facilidad de acceso a la misma, tenemos que saber que no es la información lo que nos transformará en mejores y más fructíferos creyentes para la gloria de Dios, sino la rendición de nuestro carácter y voluntad a Él.

   Cuando desde las últimas tres décadas se hace mucho énfasis en muchas iglesias de que la bendición de Dios está ligada, o incluso condicionada, a la ofrenda de dinero, tenemos que tener muy en claro que no es la ofrenda de dinero lo que traerá bendición a nuestro vivir, sino la ofrenda de nuestro carácter y voluntad.

   A pesar de que como nunca se han levantado voces en las iglesias para anunciar dones, llamados, ministerios, y demás, muchísimos hijos de Dios no llegan a desarrollar tales dones, llamados, y ministerios efectiva y provechosamente dentro de la iglesia del Señor y en el mundo en que se desenvuelven, porque viven sus vidas con una voluntad no rendida al Señor.

   Infinidad de ministerios e iglesias no permanecen en el tiempo porque los que están al frente de los mismos no viven rendidamente ante el Señor, y actúan en la fuerza de su brazo y voluntad carnal.

   No obstante todo lo expresado, tenemos que dar gloria al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por otra parte, estamos rodeados también de ejemplos y modelos a seguir en la iglesia del Señor. Es toda esa constelación de creyentes que desde los inicios mismo del cristianismo nos han dicho con su vivir cómo se vive la vida. 

   Los ha habido de todo tipo y estilo, tal como los mismos creyentes y siervos del Señor en los relatos de las Escrituras. Pero hay algo que han tenido todos en común: cuando rindieron sus vidas y voluntad al Señor sus vidas fueron diferentes para la gloria de Dios. Cuando decidieron no seguir al Señor y dejar de estarle sujetos, sus vidas perdieron valía y utilidad para los propósitos de Dios.   

   Hay un secreto a voces que corre por el Libro Santo, y es el relacionado con las paradojas de debilidad: los que se reconocen débiles ante el Señor Dios Omnipotente serán los que llegarán a ser verdaderamente fuertes (2Corintios 12:10); los que reconozcan su esclavitud serán los que alcancen la verdadera libertad (Juan 8:36); los que confiesan su incompetencia son los que llegan a ser verdaderamente competentes (2Corintios 3:5); los que se hacen ignorantes son los que llegarán a ser sabios (1Corintios 3:18); los que se reconocen pecadores son los que son santificados (Lucas 18:13)…

   Es la lección y principio que tanto le costó al mismo apóstol Pablo aprender: que el poder de Dios se perfecciona (manifiesta con evidencia y notoriedad) en la debilidad (2Corintios 12:9). Pero que una vez aprendido fue su más sólida base de apoyo: 

“…de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”

   Muchos quieren tener poder espiritual, tener la capacidad de realizar acciones impresionantes y sobrenaturales, y si pudiesen obtener tal capacidad espiritual con dinero, con gusto lo pagarían por ello (Hechos 8:19-20). Pero esos muchos no están dispuestos a rendir sus vidas, voluntades, carácter, y renunciar a su carnalidad y voluntariedad pecaminosa para consagrarse al Señor y permitir que sea Él quien define las pautas para su quehacer y vivir.

   Dios no ha cambiado, no podría cambiar. Si de algo podemos estar seguros es que Dios jamás cambiará en ningún aspecto de su ser, preferencias, carácter, deseos, propósitos y voluntad. En el pasado se expresó de Él:

“No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”

(Salmo 147:10-11)

   Hoy continúa siendo cierta esa palabra y sigue vigente su valor. Antes que osadía, valentía, voluntariedad, ímpetu,  vigor y fuerza de nuestra parte, Él espera que le honremos con un sometimiento sencillo pero intencional de nuestra vida a Él…

¿De dónde obtienes tu fuerza?


En julio de 2023

Antonio Vicuña

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