“El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”
(Nahúm 1:7)
Una joya de frase, exquisita y dulce, consoladora y esperanzadora, pero que no obstante ello, está inserta en un contexto dramático y tempestuoso. Esta frase del profeta Nahúm es algo así como un nítido y esplendoroso arcoíris entre cielos borrascosos y tormentosos. Consideremos el contexto…
“Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. El amenaza al mar, y lo hace secar, y agosta todos los ríos; Basán fue destruido, y el Carmelo, y la flor del Líbano fue destruida. Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿Y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas. Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían. Mas con inundación impetuosa consumirá a sus adversarios, y tinieblas perseguirán a sus enemigos. ¿Qué pensáis contra Jehová? El hará consumación; no tomará venganza dos veces de sus enemigos. Aunque sean como espinos entretejidos, y estén empapados en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca completamente seca”.
Consideremos brevemente a continuación las tres frases que conforman el verso que hoy nos ocupa:
1.- Jehová es bueno (El Señor es bueno):
He aquí una frase que puede servir de fundamento para toda una vida. Tan sólida, permanente y estable como todo el ser de Dios de quien hace referencia.
¡El Señor es bueno! Si tan solo podemos recordarlo en todo tiempo…si tan solo podemos recordarlo creerlo en toda circunstancia…si tan solo podemos consolarnos y alentarnos con ello en todo quebranto...
Así lo expresó David en el Salmo 34:8 cuando dijo: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él”. Frase que podemos entender como una ferviente invitación a comprobar en la experiencia personal la maravillosa realidad de la bondad de Dios para con aquellos que le toman en cuenta en su vivir.
2.- Fortaleza en el día de la angustia:
Porque no obstante su preciosa y permanente bondad, es inevitable que veamos días de angustia; estos, aunque indeseados y temidos, forman parte del paquete total que es la vida.
En el Salmo 71 leemos:
“Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,
Y tu potencia a todos los que han de venir,
Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.
Tú has hecho grandes cosas;
Oh Dios, ¿quién como tú?
Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males,
Volverás a darme vida,
Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
Aumentarás mi grandeza,
Y volverás a consolarme”.
Y en uno de los libros del profeta Jeremías:
“Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.
Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;
Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;
Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.
Porque el Señor no desecha para siempre;
Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;
Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”.
El asunto no es evadir los problemas, males y angustias, muchísimas veces esto no es posible, pero el asunto medular y siempre posible para los que creen en Dios es que siempre será posible hacer de él, esto es, encontrar en él, en su Palabra, presencia y poder, nuestra fortaleza en tiempos de angustia.
3.- Y conoce a los que en él confían:
No podía ser de otra manera, solo esto es digno de Dios; triste sería lo contrario: que Dios no se diera por enterado de quienes son los que confían y esperan en él. Pero este aspecto (el Señor conoce a los que confían en él) es tan seguro y patente en las Escrituras que, hasta delante del mismo Satanás, vemos al Señor expresar con satisfacción “…nos has considerado a mi siervo Job…” (Job 1:8, 2:3).
Que el Señor conoce a los suyos, y dentro de los suyos conoce a los que en él confían, es pues, asunto fuera discusión, es algo que afirma y reafirma la Escritura de muchas formas y maneras; “Yo conozco tus obras y tu arduo trabajo y paciencia…conozco tu tribulación y tu pobreza…conozco donde vives…conozco tu amor, fe, servicio y paciencia…conozco que tienes nombre de que vives pero estas muerto...conozco tus obras…que aunque tienes pocas fuerzas, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre…conozco tus obras…se pues celoso y arrepiéntete…” le dice a todas sus iglesias en Apocalipsis 2 y 3.
Es tiempo de confiar verdaderamente en Dios, son dichosos los que en el Señor confían (Salmo 84:12).
En Junio de 2017, Antonio Vicuña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario