“Confiad en el
Señor perpetuamente porque en el Señor está la fortaleza de los siglos”
(Isaías
26:4)
¡Confiar en
Dios! Maravilloso, pero ¿qué significado tiene esa frase para nuestra vida? Pienso
que el confiar en la vida cristiana lo podemos relacionar con los siguientes aspectos
de nuestro vivir en relación con Dios:
Esperar (Salmo 27:14): “Aguarda
al Señor; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; si, pon tu esperanza en el Señor”
Descansar (Salmo 37:5): “Encomienda
al Señor tu camino; confía en él, y el actuará”
Creer (Salmo 40:17): “Aunque
afligido yo y necesitado, el Señor pensará en mí…”
Aceptar (Salmo 143:10): “Te
haré entender, y te enseñaré…no seas como el caballo…”
Obedecer (Salmo 40:8): “Me
agrada, Dios mío, hacer tu voluntad”
¿Por qué no podemos confiar más? ¿Qué tan grande o
fuerte es nuestra confianza en Dios? ¿Qué nos impide confiar más profundamente?
La confianza
en Dios es una apropiación personal que el alma de cada creyente debe
experimentar. Cada creyente debe forjarla para sí mismo en el crisol de la comunión
con Dios y templarla en el fuego de sus propias pruebas. Y en esto del confiar
en Dios el Espíritu Santo tiene un papel (como en todas las cosas de la vida
cristiana) muy importante que desempeñar. El Espíritu Santo espera o necesita
que la verdad de la palabra escrita de Dios nos alumbre para entonces poder obrar
en nuestras vidas (Juan 16:3). Aunque se acostumbra decir que “al inocente le
ayuda Dios”, la biblia nos enseña que Dios no obra por medio de la ignorancia,
sino que, al contrario, él obra por medio del conocimiento de la verdad. La confianza
en Dios, aunque es don gratuito, requiere de muchos cuidados y atenciones antes
de dar su precioso fruto en el corazón. Veamos algunos factores que inciden
sobre nuestro confiar en Dios:
1.- Una relación fresca y
dinámica con la palabra de Dios (Salmo 1, 119): Tomar tiempo para leer, meditar, entender, escudriñar
detalles, y conocer a Dios por su palabra.
2.- Disponer nuestro corazón
y voluntad (2Crónicas
12:14, 19:3; Salmo 57:7, 78:8; Daniel 10:12): la puerta de la confianza se abre
solo para aquellos que tienen un corazón dispuesto para con Dios.
3.- Obedecer a la luz que
hemos recibido (1Samuel
10:8, 13:8-14, 15:22): La confianza aumenta a medida que obedecemos con
fidelidad a la luz recibida.
4.- Mantener una actitud de
verdadera humildad (Isaías
57:15, 66:2; Mateo 11:25-30): La falta de humildad nos impide confiar profunda
y verdaderamente en Dios.
Antonio Vicuña.
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