Meditando sobre esta moderna forma de pedir a
Dios Su bendición o un milagro específico a cambio de ofrecer una suma de
dinero a algún líder o iglesia cristiana, lo cual se conoce como “Pacto” o
“Pactar”, me he topado con un concepto antiguo e interesante: La “Simonía”. El
autor de Eclesiastés estaba en lo cierto (lógicamente), al afirmar: “¿Hay
algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos
han precedido.” (Ec. 1:10).
La definición de Simonía es como sigue: “Compra o
venta deliberada de cosas espirituales por medio de bienes materiales.
Propósito de efectuar dicha compraventa”. El término se deriva del conocido
personaje de los Hechos de los Apóstoles llamado Simón el Mago, quien quiso
comprarle al apóstol Pedro su poder para hacer milagros y conferir, como ellos,
el poder del Espíritu Santo, lo que le supuso la reprobación del Apóstol: “Tu
dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con
dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es
recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios,
si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de
amargura y en prisión de maldad veo que estás.” (Hch. 8:20-23).
Ya desde principios de la era cristiana se luchó
con este tipo de desviación, pero hoy en día ha cobrado un nuevo matiz, una
nueva y sutil forma de entrar encubiertamente en la fe y práctica de los
creyentes. Ya en los primeros siglos, aún entre los clérigos de la Iglesia Católica,
este pecado se veía como un hecho sumamente deshonroso, contrario a la palabra
de Jesucristo según el Evangelio de Mateo: “…de gracia recibisteis, dad de
gracia.” (Mt. 10:8).
La reflexión he querido hacerla puesto que veo
una gran coincidencia entre el engaño de Simón y el predicado por tantos
maestros de hoy, quienes sostienen sus opulentas vidas por medio de enseñanzas
sutiles pero falsas con el fin de sacarle la mayor cantidad de dinero posible a
un sinnúmero de creyentes que, inocentes, atribulados por tantos problemas
económicos y de salud, pero al mismo tiempo ignorantes de la Palabra de Dios y sin
discernimiento alguno, corren tras estos “hombres de Dios”, entregándoles lo
poco (o lo mucho) con lo que materialmente cuentan… Su sólo objetivo es “pactar
con Dios” y que Él les responda su oración y su clamor.
Amado hermano, ¿necesitas algún milagro, sea de
sanidad, o de trabajo, o a favor de algún familiar en problemas? ¿Esperas
alguna bendición de Dios, como un carro o una casa? ¿Necesitas que algún siervo
de Dios interceda por ti? ¡NO tienes por qué dar de tu dinero para este fin! La Biblia no lo enseña, los
creyentes y Apóstoles del Nuevo Testamento no lo practicaron. El principio que
sí encontrarás en la Palabra
de Dios es el de “gracia”: gratis, sin dar nada material a cambio, sin transar,
es un regalo de Dios.
¿Quieres ofrendar a Dios? ¿Sientes en tu corazón
apoyar económicamente a algún ministerio o iglesia? ¡Hazlo! Es una muestra de
un corazón agradecido y “Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9:7). Pero
no lo relaciones nunca con petición alguna, hazlo en ocasiones distintas, con
motivos distintos, sin esperar nada a cambio. Si en algún momento te sientes
tentado a mezclar tu petición con tu ofrenda, entonces abstente de alguno de
los dos. Y si algún líder, pastor o maestro te pide dinero en estos términos,
recuerda lo hecho por Simón el Mago y la dura pero santa reprimenda del Apóstol
y apártate de esta enseñanza desviada. Dios te bendecirá, oirá tu clamor, verá
tu necesidad y tu disposición de agradarle y de guardarte para él, y, así
ningún “Apostol” moderno te imponga manos, tú recibirás tu milagro y alabarás
el nombre de Dios…
¡Dios te bendiga y ayude hoy y siempre!
Tu hermano en Cristo:
J.C. Torres
muy bien hno eso es lo que falta para estar alerta dios lo bendiga
ResponderEliminarGracias por el tema de simonia
ResponderEliminarQuiero tener algo que ver con dios en la vida en Jesucristo..
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