En los próximos diez años de su vida Lutero entre muchas otras cosas trabajaría en la traducción de la Biblia desde el idioma griego al alemán, convencido seguramente de la importancia y relevancia que comportarían para la extensión del evangelio y la edificación de los creyentes la posibilidad de leer las escrituras en su propio lengua.
La reforma se extendió, no sin muchas dificultades y gran oposición, por toda Europa; se produjo el cisma más significativo que ha tenido la cristiandad en los últimos 5 siglos: católicos y reformadores, católicos y protestantes, o católicos y evangélicos.
Desde aquel 31 de octubre de 1517 hasta hoy algo hemos avanzado en algunos sentidos:
- La Biblia está disponible en gran cantidad de idiomas y dialectos.
- Las Escrituras están al alcance de la persona corriente quienes pueden leerla sin intermediarios por si mismas.
- Se ha estudiado, explicado y sistematizado la doctrina de forma casi integral.
- Se han producido herramientas para el estudio y la comprensión de las Escrituras como nunca antes (comentarios, diccionarios, concordancias, traducciones directas de los idiomas originales, tratados de teología sistemática, mapas bíblicos, ayudas electrónicas, etc)
A pesar de todo ello existe una gran necesidad en la cristiandad actual; hay algo que falta en la mayoría de aquellos que conformamos la Iglesia. Prueba de ello es la gran confusión teológica imperante, la fácil aceptación de doctrinas de error en la iglesia actual, y la abundancia de medias verdades con fines manipuladores en los mensajes que son proclamados en la casa del Señor. Quizá tendría que incluir también, como prueba de que algo falta, la ausencia de celo, de compromiso, de santidad, de poder, de conocimiento de Dios, de gozo, de algo que refleje el actuar vivo y transformador de la Palabra de Dios en los corazones de los que son creyentes.
Creo que la gran batalla de los cristianos de esta época nuevamente tendrá lugar en torno a las Escrituras y su carácter divino, y por tanto, exclusivamente autoritativo y definitivo en todos los asuntos de la vida humana relacionados con Dios, la moral, la justicia, la fe, la trascendencia, el futuro humano, el más allá, y la eternidad.
Creo que la gran urgencia de nosotros los cristianos de este tiempo, es la de redescubrir el incomparable valor y poder de las Escrituras y su relevancia para nuestras vidas. Cada vez parece haber más y más personas que llamándose cristianos, que profesando ser evangélicos sin embargo declaran estar en desacuerdo con aspectos concretos de la enseñanza bíblica. Un espíritu de incredulidad y falso racionalismo parece haber sustituido la fe sencilla y bíblica, un sarcasmo irónico y una pedantería estúpida refleja cuan poco han comprendido “el inescrutable evangelio de las riquezas de cristo”, y cuan incapaces han sido de humillarse ante la profundidad de las riquezas y de la ciencia y de la sabiduría de dios, cuyos caminos son inescrutables para gloria de su persona por todas las edades. Se asombraría si le dijese que no solo no creen en la venida de cristo, sino que ahora tampoco creen en la concepción sobrenatural de María por el Espíritu Santo, tampoco creen en la autenticidad de los evangelios bíblicos, tampoco creen en el cumplimiento de las profecías bíblicas; y esto sucede no en algún lugar remoto, sino a manera de una epidemia de proporción planetaria, esto sucede en casi todo el mundo cristiano. Está sucediendo lo que el apóstol Pablo dijo: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (IITim.4:3-4).
Esto no es casual, ni tampoco nuevo. En cada uno de los siglos casi sin excepción el cristianismo ha librado recias batallas en contra de diversas corrientes de pensamiento que se han dado la tarea de contradecir las doctrinas esenciales de la fe cristiana. El resultado de cada una de esas controversias ha dejado un cada vez más excelente y organizado cuerpo doctrinal:
En el siglo II fue caracterizado por la apologética, el siglo III y IV se abordó la Teología propia y la doctrina de la trinidad; en el siglo V fue la antropología bíblica; el siglo VI y VII fue el tiempo para la cristología; el tiempo de la reforma giró en torno a la soteriología; y se puede decir que en los últimos 2 siglos el estudio ha girado en torno a la escatología.
Cuando el apóstol Pablo aconsejaba a un joven discípulo el estudio de las Sagradas Escrituras y el provecho que ello reportaría para él como cristiano, al expresar la excelencia sin igual de la palabra de Dios, el apóstol tuvo que utilizar una palabra griega que no utilizó en ningún otro de sus escritos; en todo el nuevo testamento esa es la única vez donde se emplea dicha palabra; es probable que la misma este ausente de toda la literatura secular griega inclusive. El escribió al joven Timoteo (IITim.3:16):
“Toda la Escritura es inspirada por Dios”
Por generaciones los que se resisten a creer en Dios y desprecian la gracia de Dios se han negado a aceptar la verdad que encierra esta corta frase. Sobre este versículo y muchos otros descansa una doctrina fundamental del cristianismo: La Biblia es la Palabra de Dios. La Biblia es de inspiración divina; en cierto sentido la Biblia no es únicamente recopilación de escritos de hombres, sino que la Biblia es en el sentido estricto y literal, de origen extrahumano, es decir, divino. Esa es la característica distintiva y excepcional de la Biblia con respecto a cualquier otra literatura que el ser humano haya producido en todo su devenir histórico.
No es la antigüedad lo que le da su carácter especial a la Biblia; existe mucha literatura que antecede a muchos de los escritos bíblicos, por ejemplo, los escritos de platón y otros filósofos griegos fueron escritos siglos antes del nuevo testamento. Pero ninguno de ellos posee esa característica distintiva de las Escrituras.
No es el Idioma en que fueron escritos sus libros, lo que le da a la Biblia su carácter especial y único. La Biblia fue escrita haciendo uso de los idiomas más corrientes y conocidos de su tiempo: hebreo, griego y arameo. No aduce en ninguno de sus escritos que su contenido haya sido recibido en un idioma especial, es decir, no humano (como sí lo hacen los mormones)que haya requerido de algún medio que no sea humano para su comprensión y registro escrito.
No es la longitud de sus escritos lo que hace de la Biblia el más especial de los libros de la tierra. Cuantas obras de la literatura universal sobrepasan en extensión los escritos bíblicos, es algo que honestamente ignoro, pero un buen lector promedio podría leer la Biblia completa un par de veces y hasta cuatro veces al año.
No es la cualidad excepcional de sus autores humanos lo que hace que la Biblia sea un fenómeno único e irrepetible en la literatura humana. Sus autores, que aunque fueron más de 40 y no se trataron la mayoría entre sí, por vivir en locaciones distintas y en generaciones distintas, esparcidos en un espacio de mas o menos 1500 años, la mayoría de ellos no eran literatos, ni escritores de profesión, sino, simples y corrientes hombres, campesinos, pastores de ovejas, hombres de vida pública civil, pescadores, médicos, etc. Y además de ello sus limitaciones y hasta pecados están registrados en sus propios escritos y son una prueba de que amenos que haya habido una intervención sobrenatural en sus escritos era absolutamente imposible, estadísticamente imposible, que ellos produjeran un libro como lo es la Biblia, un texto coherente, completo en sí mismo, un texto que ha ganado la aceptación universal en todas las generaciones porque las personas encuentran que habla a sus necesidades personales como ningún otro, un texto que ha pesar de haber sido terminado de escribir cerca del año 100 de nuestra era, sin embargo hoy en día es tan actual y relevante para la vida humana como entonces.
Teodoro Parker ha declarado en relación a la Biblia:
“Esta colección de libros ha tenido una aceptación en el mundo como ninguna otra. La literatura de Grecia que asciende como el incienso de esa tierra de templos y actos heroicos, no ha tenido ni la mitad de la influencia que ha tenido este libro producido por una nación menospreciada tanto en tiempos antiguos como modernos... Esta va igualmente a la cabaña del hombre sencillo como al palacio del rey. Está entrelazada en la literatura del erudito y colorea el hablar callejero. Entra en el gabinete de los hombres, se mezcla en todas las tristezas y alegrías de la vida. La Biblia atiende a los hombres en la enfermedad, cuando la fiebre del mundo está en ellos...Es la mejor parte de nuestros sermones; levanta al hombre por sobre sí mismo. Nuestras mejores oraciones están basadas en sus historias con las cuales nuestros padres y patriarcas oraron. El hombre tímido, apunto de despertarse del sueño de la vida, mira a través del cristal de las Escrituras y su ojo se vuelve más brillante: no tiene miedo de estar solo, andar el camino desconocido y distante, tomar la mano del ángel de la muerte y decir adiós a esposa e hijos...Unos mil escritores surgen este siglo para ser olvidados en el próximo. Pero el hilo de plata de la Biblia no está flojo, ni la taza de oro rota, como una crónica sus decenas de siglos han pasado.”
Lo que hace que la Biblia sea La palabra de Dios no es el hecho de que sea un libro que hable sobre Dios, el Corán que, dicho sea de paso, no existiría si no hubiese estado escrita la Biblia ya que plagió de está cientos de versos del antiguo y nuevo testamento, fue escrito en el siglo VII de nuestra era (612-632) por Mahoma como producto de supuestas revelaciones realizadas por el arcángel Gabriel a este en la Meca y Medina. Y aunque es un libro que pretende hablar a nombre de Dios el mismo esta lleno de complejas ambigüedades y ha tenido que ser “retocado” en varias oportunidades para tratar de hacerlo coherente y comprensible.
Muchos escritos fueron producidos en los primeros siglos de nuestra era y pretendían hablar en nombre de Dios:
- El evangelio de Santiago, Evangelio de Pablo, Evangelio de Pedro, Evangelio de Nicodemo, Evangelio del nacimiento de María, Hechos de Juan, Hechos de Pedro, Hechos de Tomás, Apocalipsis de Pedro, Apocalipsis de Pablo, etc.
Pero a la lectura de estos salen a relucir sus inconsistencias, sus contradicciones, sus exageraciones, su irreverencia, su falta de autenticidad. Autenticidad digo no del autor humano a quien dicen pertenecer, sino, autenticidad del sello Divino en sus palabras.
Este el punto central del asunto, autenticidad divina en los escritos, la Biblia es lo que es, y obra lo que obra en los corazones de los hombres que en ella creen porque tiene una cualidad Divina en sus escritos. Esa cualidad divina la definen las palabras de nuestro texto: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Lo que esta frase expresa es que la Escritura es el resultado del aliento de Dios, o que la Escritura es el resultado del soplo de Dios.
El Dr. Warfield expresa: “lo que esa palabra afirma es que las escrituras deben su origen a una actividad del Espíritu Santo y son, en el sentido más elevado y verdadero, su creación”.
El libro de Job registra “el Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job33:4).
Tenemos el aliento de Dios a nuestra disposición, tenemos la palabra profética más segura, tenemos el soplo de Dios en su Palabra para que nos de vida en medio de nuestros avatares, para que nos proporcione refrigerio y ánimo en tiempos de dificultad, para que por medio de ella recibamos el soplo del Omnipotente sobre nuestras vidas, para que a través de ella recibamos el soplo del Espíritu Santo en nuestros corazones.
Usted puede y debe leer la palabra viva de Dios con expectativa, porque ella tiene el poder para transformarle, tiene la llave para abrir su entendimiento y enseñarle, tiene la forma de llegar a su corazón para mostrarle sus yerros personales, y tiene la virtud de capacitarle para vivir de una forma digna de un hijo de Dios.
Lo que la palabra de Dios no puede obrar en usted, nada ni nadie lo podrá hacer, y es triste y lamentable que el hijo de Dios no disfrute del soplo fresco de la palabra de Dios sobre su vida, si ella es dulce, reconfortante, deleitosa, vida y paz, es lámpara que disipa nuestros temores, es soplo vivificador que da vida a nuestros huesos secos, poderosa en medio de las imposibilidades, es como lluvia torrencial de esperanza sobre nuestra alma cuando estamos abatidos, aliento de vida del Todopoderoso, del Eterno sobre nuestras vidas.
Quiere que recibamos un poco del soplo de Dios? Escuche un poco:
“Jehová es mi pastor; Jehová es mi luz y mi salvación; los que miraron a el fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados; Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado; él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas...los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán; no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir; sino, que juntamente con la tentación dará la salida para que podáis soportar; he aquí Yo vengo pronto y mi galardón conmigo para recompensar a cada uno según fuere su obra, Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el último…”
El enemigo desde tiempos muy antiguos ha estado intentando socavar la confianza del hombre en la palabra de Dios, “con que Dios os ha dicho” fue lo que le dijo la serpiente ha Eva, sin embargo La Palabra del Dios nuestro permanece para siempre, como dice la Escritura misma. Me preocupa la falta de estima que pareciera prevalecer en el pueblo de Dios hacia su Palabra, la ausencia de sed, y la conformidad con un estilo de vida en el que soplo de Dios, la vida de Dios, está ausente.
Mi anhelo y propósito al compartir este mensaje ha sido el que, de alguna forma, podamos todos redescubrir en el contexto de la vida personal y de Iglesia, el inestimable valor y poder de las Escrituras, y que esto se traduzca en una poderosa experiencia de vida bajo el soplo y el aliento de Dios.
Toda La Escritura es inspirada por Dios, por tanto apréciela; atesórela en su mente y corazón; dedíquese a amarla y obedecerla; vaya a ella tan a menudo como pueda, tan frecuentemente como le sea posible; que nuestra conciencia al igual que la de Lutero quede prisionera de la Palabra de Dios, prisionera para gloria de Dios, prisionera para bendición nuestra, prisionera por desear experimentar como una santa adicción el soplo de Dios sobre nuestras vidas.
Antonio Vicuña.
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