martes, 23 de mayo de 2017

GRANDES PALABRAS DE LA ESCRITURA: RECONCILIACIÓN


Se puede definir esta palabra como la anulación de una enemistad. Denota que las partes reconciliadas eran hostiles entre sí. Destaca el hecho de hacer la paz donde antes había enemistad. Reconciliación es una palabra que en el idioma original griego comprende la idea de poner fin a un fuerte e intenso motivo que impulsa a actuar y vivir en forma contraria o diferente del Otro (nuestro Dios y Señor). Poner fin a aquello que nos impulsa a vivir y actuar de forma contraria y diferente al carácter de Dios.

Es importante tener presente que Dios no se hizo enemigo del hombre, sino que, el hombre se enemistó con Dios a causa del pecado. Los que hoy somos creyentes  éramos antes enemigos de Dios. En tal sentido nos hace bien reflexionar sobre “¿Qué es un enemigo?” ya que se trata de una palabra de grandes implicaciones. Algunos pasajes que hacen referencia a esta condición en la cual nos encontrábamos son: Romanos 5:10; Colosenses 1:21; Santiago 4:4; Juan 3:36.

Algunas personas piensan que con relación a los encontronazos que se tienen en la vida es suficiente con disponerse a olvidar el pasado (incluidos los errores, ofensas, faltas y pecados cometidos), pero el olvidar, el pasar la página y disponerse a continuar con la vida, no es suficiente para las demandas de la justicia: antes del olvidar y pasar la página se debe proceder con la restitución de lo dañado, con el pago de lo adeudado, con la disculpa por la ofensa proferida, con el enmendar lo que fuere necesario. Lo mismo sucede en el plano de la relación para con Dios y la necesidad de reconciliación; solo que en este caso el pago que hace posible la paz de la reconciliación y cancela la enemistad, fue hecho por el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario.

Los pasajes principales en el Nuevo Testamento que hacen mención de esta gran palabra son: Romanos 5:10-11; 2Corintios 5:18-20; Efesios 2:11-22 y Colosenses 1:15-22

Otro aspecto que merece ser destacado es que las Escrituras no hacen mención de que Dios esté necesitado de reconciliación con el hombre, sino que, contrariamente, el énfasis de la Escritura es que el hombre debe reconciliarse con Dios (2 Corintios 5:20) por causa de su hostilidad a causa de su condición de pecado y la enemistad de su carne (Romanos 8:7).

Finalmente, al considerar la gran disposición y actuación de Dios para hacer posible, real y disponible la reconciliación para todo aquel que cree, debemos vivir siempre con esperanza y un profundo sentido de gratitud en nuestros corazones para con él ya que si antes fuimos enemigos, por su gran amor y misericordia ya nunca más lo seremos; si antes la ira de Dios estaba sobre nuestras cabezas ya nunca más será así sino que su amor, bien y misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida; si antes éramos hostiles e ingratos, ya nunca más, después de haberle conocido, debemos actuar así para con él.

Hemos sido reconciliados con Dios, alguien nos habló de ello; ahora debemos nosotros también, presentar esta palabra de reconciliación a otros, que hoy son enemigos pero que pueden llegar a ser también amigos de Dios.

¡Participemos del ministerio de la reconciliación!

       Antonio Vicuña

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