jueves, 30 de julio de 2015

EL PODER DE LA VERDAD

           

    Uno de los más notables aspectos relacionados con el evangelio y su influencia en la vida de las personas tiene que ver con el establecimiento de la verdad en el carácter del creyente, y el consiguiente abandono de todo tipo de engaño. Dicho de otra forma: tiene que ver con el cambio transformador que opera en la vida diaria el abrazar la verdad, y, con la libertad que se experimenta al renunciar a las ventajas que ofrece el engaño. Muchos cristianos, sin embargo, no logran experimentar y disfrutar todo lo que Dios les ha concedido en Cristo por que no se han dispuesto ha andar en la verdad en todas las áreas de su vida, porque no han decidido renunciar a los beneficios y ventajas que el engaño y las medias verdades les proporcionan, y, porque no han comprendido que la obra de Dios no se edifica sino con base en la verdad de las Escrituras y la que se expresa en las palabras y acciones del creyente.

    Una de las primeras cosas que sucede cuando una persona tiene un verdadero encuentro con Dios por medio del Señor Jesucristo es que tiene un encuentro con la verdad. Jesús dijo “yo soy la verdad” (Juan.14:6), pero además dijo “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan.18:37). A lo cual Pilato respondió “¿Qué es la verdad?" Quizá también algunos se hagan la misma pregunta de Pilato.

    El diccionario de la RAE nos presenta entre varias acepciones las siguientes:       

1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.
2. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.
3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.
4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.

    Y aunque estas definiciones expresan una apropiada faceta de la verdad en la experiencia humana, deseo, sin embargo, ir un poco más lejos en la definición de la verdad:

La verdad es aquello que no puede ser contradicho sin incurrir por ello en el error o el engaño. 
La verdad es el único principio capaz de juzgar a todos los hombres en su cualidad moral.
La verdad trasciende al hombre mismo y este no podrá actuar al margen de su luz reveladora jamás.
La verdad es eterna, inmutable, y perfecta.
La verdad es buena y justa.

   La verdad tal como la conoce, comprende y experimenta el ser humano, procede de Dios, quien es llamado “Dios de verdad” (Deuteronomio 32:4); y cuya palabra es verdad (Juan 17:17); su Espíritu es llamado “Espíritu de verdad” (Juan 14:17);  sus juicios son verdad (Sal.19:9), y su Santo Hijo, Jesucristo, es la encarnación de la verdad (Juan 14:6).

    El ser humano, desde aquel fatídico momento en que sucumbió a la seducción del engaño en Edén, ha estado constantemente debatiéndose entre la verdad y el engaño, entre la palabra de Dios y la palabra del diablo, entre si actuar en conformidad a la verdad, o actuar en base lo que aparenta ser más cómodo, placentero o beneficioso. La humanidad toda ha sufrido las terribles consecuencias del abrazar la mentira y rechazar la verdad; consecuencias a nivel personal, familiar, y social; consecuencias a nivel mental, emocional y espiritual; consecuencias de carácter temporal y consecuencias de carácter eterno. Sin embargo, no parece que se agote la inclinación del hombre ante la fascinación de la mentira. Aún más, algunos parecen creer en la maligna utopía de que se puede retener la verdad aunque se participe en la mentira, pero la Escritura dice claramente: “¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?¿Y qué comunión tiene la luz con las tinieblas?" (2Cor.6:14). Quiero invitarle a considerar algunos pensamientos relacionados con la relevancia de la verdad en la vida del creyente:

1.- Satanás y la mentira:

   En una oportunidad Jesús enfrentó a un grupo de judíos que con hipocresía mostraban interés en su persona cuando en realidad deseaban su muerte. Él les dirigió las siguientes palabras en Juan.8:44: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”

    De ese pasaje y contexto podemos deducir:

-  En todo engaño está la operación de las tinieblas.
-  El poder del diablo se afianza a través del engaño y la mentira.
-  Una persona que se siente obligada a mentir está obrando influenciada (u oprimida) por el maligno.
-  Jamás de una mentira saldrá algún bien permanente.
- Todo favor que se obtenga a expensas de la verdad se obtiene al precio de sufrir las consecuencias en otras áreas de la vida.

    Se preguntará alguno, ¿esto se refiere a algunas mentiras graves? Aunque en realidad hay consecuencias muy distintas entre una mentira y otra, y hay razones distintas que impulsan a una y otra persona a mentir, sin embargo, en esencia, el punto que quiero enfatizar es que no hay mentira que glorifique a Dios y no hay engaño que no complazca al maligno. Toda mentira, toda falsedad, todo aquello que sostenemos ante otros en conocimiento de que no es cierto y con el fin de ocultar la verdad, constituye una puerta abierta al maligno en nuestras vidas. A veces jugamos a ser Dios en sabiduría y decidimos que cosas vamos a ocultar o falsear con el fin de evitar mayores problemas, pero Dios no nos ha mandado a evitar problemas, Dios nos ha ordenado que actuemos en la verdad; de los problemas se encargará él, si andamos en la verdad.

2.- Ceñidos con la verdad:

    La primera previsión que tiene que tomar el creyente en la lucha contra las fuerzas de oscuridad está relacionada precisamente con la verdad: 

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad...”
(Efesios 6:14)

    La victoria en contra de las tinieblas no es asunto de gritos, de declaraciones rebuscadas, de palabras escogidas, es un asunto de andar en la verdad, de practicar la verdad, de ceñirse con la verdad. La “verdad” en esta frase no es la verdad de la palabra de Dios (la cual se menciona en el verso 17), sino la verdad en nuestra palabra y conducta. Si usted honra la verdad, si usted vive ceñido, abrazado y arropado con la verdad y siempre habla, opina, se expresa en conformidad con la verdad usted podrá derrotar con facilidad al maligno en su vida diaria. Pero si usted, con todo y que es creyente, insiste en abrazar el engaño, medias verdades, medias mentiras, no piense usted que saldrá ileso en la refriega espiritual. Tengamos cuidado con las medias verdades ya que ese es uno de los esquemas favoritos de nuestro adversario el diablo; presentar medias verdades combinadas con la mentira; afirmar algo cierto en unión con algo que es falso; ocultar una descarada mentira bajo el ropaje de una declaración verídica. Veamos algunos casos:

            Eva en Edén (Gn.3:1-5, 7, 22)
- Verdad: Dios dijo que no comieran de un árbol determinado.
- Mentira: Dios dijo que no comieran de todo árbol.
- Mentira: seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.
- Verdad: conocieron el bien y el mal, pero quedaron arruinados por su desobediencia y pasaron a ser esclavos de sus malos deseos, del pecado y del diablo.

Jesús en el desierto (Lc.4:1-12)
- Verdad: Si eres Hijo de Dios.
- Pecado: convierte las piedras en pan (Usar la libertad para seguir las insinuaciones de Satanás)
- Verdad: todos los reinos de la tierra a merced de Satanás.
- Pecado: rendir a adoración a Satanás.
- Verdad: Los ángeles de Dios guardan a los creyentes.
- Pecado: tentar a Dios demandando que actúe de acuerdo con los caprichos humanos.

    Notemos que el Señor Jesucristo venció a Satanás en todas esas tentaciones no por fuerza física, no por haber realizado un ayuno de 40 días, no por muchas de las cosas que nosotros pensamos que se deben emplear en la guerra espiritual, sino, únicamente por vivir en la verdad (estaba lleno del Espíritu Santo), por usar la palabra de Dios para resolver sus conflictos (hambre, sufrimientos futuros, seguridad), y por someter su propia vida a la verdad de la palabra de Dios. No hay forma más segura, eficaz y rápida de alcanzar liberación y victoria en cualquier área de nuestra vida como el decidir andar en la verdad, es decir, decidir vivir en conformidad con la palabra de Dios.

3.- El poder liberador de la verdad:

   Solo hay un pensamiento más que deseo compartir en esta oportunidad, y es el siguiente: Existe una relación directa entre cuánto una persona conoce y ama la verdad, y el grado de libertad que puede experimentar en su vida diaria.

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” 
(Juan 8:31-32)

   Al decidir vivir basados en los principios de la palabra de Dios comenzamos a conocer la verdad. Conocer la verdad implica experimentar su rigor sobre nuestras vidas, y es precisamente esa experiencia la que nos ha de otorgar la verdadera libertad. La libertad que Dios ofrece no procede de la injusticia, ni del relajo carnal, ni tampoco de la violación de los principios del amor, la justicia o santidad. La libertad procede del conocimiento de la verdad. Un hombre que sabe quién es en Cristo es un hombre libre del poder del enemigo; una mujer que entiende que su valía está demostrada por lo que Cristo hizo por ella en la cruz, es una mujer que puede vivir libre de complejos. 

            Un cristiano que anda en la verdad es una persona libre

-          Libre para adorar y servir a Dios
-          Libre para amar y servir a los creyentes
-          Libre para testificar y declarar el amor de Dios ante aquellos que no le conocen
-          Libre para no actuar como esclavo de las pasiones y deseos carnales
-          Libre para no necesitar la aprobación y admiración de este mundo
-          Libre para no obedecer a las insinuaciones y tentaciones de Satanás

    Todos los hombres (aún los creyentes) son oprimidos en diversas ocasiones, algunos lo son por temores, otros por odios, unos por resentimientos, otros por desesperanzas, unos por depresiones en la cima del éxito, otros por depresiones en las profundidades del fracaso, unos por tormentos racionales y reales, otros por tormentos irracionales e imaginarios, en fin, todos de alguna forma u otra están en una búsqueda de ese algo que les otorgue ese ansiado sentido de libertad interior que las cosas corrientes no logran proporcionar a cabalidad; quizá solo se necesite que afirmemos nuestro corazón en la verdad, que apliquemos nuestros labios a hablar en todo tiempo conforme a la verdad; que juzguemos y actuemos haciendo honor a la verdad, Dios el Padre es el Dios de verdad; Jesucristo el Hijo es la verdad; el Espíritu Santo es el Espíritu de verdad.
           
    Que el Señor nos conceda que se pueda decir de nosotros lo que se dijo de aquellos creyentes: “...he hallado algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre” (2 Juan 4).
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2 comentarios:

  1. MUCHISA GRACIAS POR ESTA ENSEÑANZA TREMENDA DE VIVIR LA VERDAD ,Dios los Bendiga...y compartiremos con la iglesia estas enseñanzas

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