“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, quien puso por sobre nombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó”
(Mr.3:13-19)
Este pasaje nos muestra la selección que hizo Jesús del personal de confianza con quien habría de desarrollar su labor ministerial. Qué criterios manejó nuestro Señor Jesucristo para seleccionar a sus apóstoles es algo que no se nos dice. Lo que sí podemos afirmar es que él sabía a quiénes estaba escogiendo y qué tipo de personas eran, así como cuáles eran sus características predominantes. Algo más que notar de este pasaje es que se nos dice que el Señor llamó a sí “a los que él quiso”. Un hecho incomprensible y al mismo tiempo sublime y extraordinario está encerrado en estas sencillas palabras. Jesús llamó hacia él a los que él quiso. Si alguno todavía duda del accionar divino que está presente en el llamado de Dios a los hombres, aquí tiene un ejemplo perfecto de ello. Pero aún hay más, el texto nos dice que, estos que fueron llamados por Jesús, “vinieron a él”. En ningún otro aspecto como en este es tan difícil reconciliar el actuar soberano de Dios y la libertad humana de elección. Dios llama, y por ese hecho es seguro que la persona habrá de responder positivamente a dicho llamado, pero, por otra parte, la persona que ha sido llamada vendrá voluntaria y libremente ante Dios en respuesta a su llamado. Así sucedió con aquellos discípulos de Jesús, y así sigue sucediendo actualmente. Así ha sucedido con cada uno de nosotros y en todos aquellos que responden a la invitación del Evangelio glorioso de Jesucristo.
He titulado este mensaje “Un llamado glorioso” porque eso es lo que en verdad Dios le hace a los hombres, Dios nos ha hecho un llamado glorioso. Pero volvamos la mirada a aquel grupo de llamados por Jesús. El texto nos dice cuántos eran, sus nombres, e incluso, en algunos casos hace mención de sus padres:
“...Simón, a quien puso por sobre nombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote...”
Ese seleccionado del Señor Jesucristo era un equipo en todos los sentidos muy particular. Recordemos y tengamos presente que estos serían los embajadores del evangelio y los apóstoles fundadores de la gloriosa iglesia de Jesucristo en la tierra, pero que para el momento de ese llamado no eran mas que hombres comunes y ordinarios que prometían muy poco. La única distinción que cabía en ellos era que Jesús les había llamado “para que estuviesen con el y para enviarlos a predicar”.
Un relato imaginario de cuál fue la impresión que causó el equipo seleccionado por el Señor en una junta de asesoría y consultores gerenciales nos dice lo que ellos le dijeron al Señor con relación al grupo:
“Gracias por enviarnos los currículos de los doce hombres que ha escogido para los puestos gerenciales en su nueva organización. Todos ellos han realizado las pruebas laborales. No solamente hemos alimentado los resultados de estas pruebas en nuestras computadoras, sino que, además, nuestro psicólogo y nuestro consejero vocacional han mantenido entrevistas personales con cada uno de ellos. Adjuntamos los perfiles de todas las pruebas para que usted los estudie detenidamente. Como parte de nuestro servicio y para su mejor orientación, deseamos hacer algunos comentarios generales al respecto, de la misma manera que un auditor hace aclaraciones generales a su informe. Estos reportes son el resultado de reuniones conjuntas mantenidas con todo el personal y no implican cargo adicional para usted.
Es opinión unánime de nuestro equipo que la mayoría de las personas propuestas carecen de experiencia, educación y aptitudes para el cargo en el tipo de empresa que usted desea realizar. Tampoco saben trabajar en equipo. Le recomendamos que continúe su búsqueda de personas con experiencia en administración, y con habilidad y capacidad probadas.
Simón Pedro, es emocionalmente inestable y dado a berrinches temperamentales. Andrés, no tiene ninguna capacidad de liderazgo. Los dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, ponen su interés personal por encima de la lealtad a la empresa. Tomás es escéptico y su actitud puede minar la moral de la compañía. Mateo, sentimos que es nuestro deber informarle, ha sido proscrito por la Cámara de Comercio de la Gran Jerusalén; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo, tienen inclinaciones demasiado radicales, y ambos obtuvieron una puntuación muy alta en la escala de maníaco depresivos.
Uno de los candidatos, sin embargo, muestra gran potencial. Es habilidoso y lleno de recursos, sabe tratar bien a las personas, es inteligente para los negocios y tiene buenos contactos. Está muy motivado, es ambicioso y responsable. Le recomendamos a Judas Iscariote como hombre de confianza y gerente administrativo. El perfil de los demás candidatos no requiere más explicación. Le deseamos todo el éxito en su próxima aventura de negocios”.
Atentamente, Consultores gerenciales Jordán. (Tomado del libro “Me seréis testigos”, de libros FLET).
Cuando vemos la vida de los discípulos de Jesús, cuando observamos su conducta y actitudes, cuando detallamos sus reacciones a las situaciones que enfrentaban, no tardamos en entender la posición de la junta asesora, pero es que a menudo así le complace obrar a nuestro Dios; se Jacta Dios, si cabe la expresión, de escoger lo menospreciado para llevar adelante sus propósitos, por eso dijo el apóstol:
“Hermanos, deben darse cuenta de que Dios los ha llamado a pesar de que pocos de ustedes son sabios según los criterios humanos, y pocos de ustedes son gente con autoridad o pertenecientes a familias importantes. Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios”
(1Cor.1:26-29) Versión: Dios habla hoy.
Por eso quien quiera que sea usted que ha sido llamado por el Señor, sepa que el que le llamó no estaba mirando sus pocas capacidades y talentos, ni sus escasas virtudes, él estaba mirando las cosas gloriosas que podía hacer en su vida a pesar de sus escasas posibilidades. Él estaba mirando no lo que usted podía dar sino lo que él podría darle para impartir sentido, propósito y significado a su vida. No se mire a sí mismo en su humana y defectuosa condición, mírese en su posición en Cristo Jesús, en relación con el llamado que él le ha hecho, mírese a sí mismo según la obra que Dios está realizando y llevando a cabo en su vida. Porque lo extraordinario de todo esto es que Dios en verdad manifiesta su poder, y obra con eficacia en nuestras vidas si así lo permitimos. No fuimos llamados a vivir arrastrando una pesada carga de frustraciones y amarguras en nuestra vida; no hemos sido llamados a vivir la vida cristiana como si dependiera de nuestras virtudes y capacidad personal el cumplimiento del propósito de Dios en nuestras vidas; no hemos sido llamados a mirar al futuro con desconfianza e incertidumbre; no hemos sido llamados para ser cristianos sin esperanza; no hemos sido llamados para sentirnos amarrados y atrapados en la debilidad de nuestros defectos y limitaciones; a esas cosas y muchas otras más, no hemos sido llamados. No negamos nuestra debilidad, no ignoramos nuestras limitaciones, no somos insensibles ante la aflicción y el dolor; pero, es Dios y solo Dios quien hace la diferencia en nuestras vidas. Y es este Dios verdadero, el único que tiene inmortalidad, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, quien nos ha hecho un glorioso llamado, un llamado a vivir en cercanía de él, un llamado a permitir que su poder obre en nuestras vidas, un llamado a confiar en sus recursos y en su sabia voluntad, un llamado a vivir en plenitud de vida, un llamado a la victoria, un llamado a vivir en la certidumbre de esperanzas gloriosas y de carácter eterno.
El apóstol Pablo lo diría con las siguientes palabras:
“Porque Dios, que mando que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros mas no desesperados; perseguidos mas no desamparados; derribados, mas no destruidos”
(2Cor.4:6-9)
La extraordinaria obra de Dios descansa sobre débiles e imperfectos instrumentos, sobre nosotros. El glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vasijas de barro, esperando y deseando fluir por sobre sus imperfecciones y limitaciones para que, por la gracia de Dios, otras vasijas sean tocadas y restauradas. Ninguno está por sí mismo a la altura del llamado divino, ninguno está calificado por sus talentos y cualidades para esa obra. Sólo la gracia de Dios nos capacita y habilita para ello. Así que, importa poco lo que usted tenga humanamente hablando; importa bien poco ante el hecho de que lo indispensable, y realmente valioso, es lo que Dios hace a través de usted.
Hemos recibido un llamado glorioso de parte de Dios. Quisiera hacerme entender de forma más clara y reveladora en este tema. Tan glorioso es ese llamado, que nos ha constituido en, nada más y nada menos que, representantes de la divinidad aquí en la tierra; embajadores del Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo; profetas y voceros de la justicia y el amor de Dios entre las personas; instrumentos de salvación y condenación entre los hombres.
Cuán necesario es que Dios nos ayude a tomar conciencia del honroso y privilegiado llamado que hemos recibido; usted ha sido llamado a trastornar el mundo con sus oraciones; a cambiar el destino de familias enteras; a que su vida sea un canal abierto por medio del cual las bendiciones y la gloria del cielo se manifiesten en cierta medida aquí en la tierra; a esparcir la luz de Dios en medio de las tinieblas de nuestra cultura; a ser un ejemplo y modelo ante la sociedad de lo que Dios puede y quiere hacer en la vida de las personas; hemos sido llamados a participar de un glorioso e incomparable propósito: el propósito de esparcir con nuestras vidas el aroma y la fragancia de la presencia de Dios aquí en la tierra.
Pablo lo expresa así:
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden”
(2Cor.2:14-15)
Si logramos tener presente a qué nos ha llamado el Señor nunca más nos encontraremos perdidos y desubicados en cuanto al propósito y dirección de nuestra vida; encontraremos señales y motivos que nos ayuden a mantener y fortalecer el curso de nuestra vida como creyentes. Más allá de lo que esta vida nos brinde y ofrezca está el hecho de que Dios nos ha hecho un llamado glorioso, un llamado a permitir que su presencia plene nuestras vidas y toque la de aquellos que nos rodean y con quien entramos en contacto. En donde quiera que usted se encuentre, permita que Dios lo use para sus propósitos; permitamos que el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, demuestre a las personas que es hermoso y satisfactorio caminar de la mano con Dios; permitamos que su poder nos transforme y capacite para ir más allá de nuestras limitaciones propias y debilidades personales; el ciego Bartimeo sólo podía mendigar junto al camino pero cuando supo que Jesús estaba cerca y que le llamaba su vida dio un vuelco maravilloso. A menos que respondamos al glorioso llamado de Dios para nuestras vidas, nos encontraremos mendigando sin poder ver las gloriosas bendiciones que Dios desea darnos. Apreciado hermano, apreciado amigo que lees en estas líneas...
Responde al llamado glorioso de Dios aunque eso te cueste algún sacrificio, a la final siempre será muy poco en comparación con lo que recibirás.
Responde al llamado glorioso de Dios aún cuando eso signifique alguna renuncia personal.
Responde al glorioso llamado que la gloria te espera y el cielo verá tu recompensa entregar.
Entrégate al llamado glorioso de Dios, no vale la pena continuar mirando hacia atrás cuando hay un futuro en Dios esperándote.
Obedece al llamado glorioso de Dios y no a los placeres temporales de la carne y el pecado. Mejor es sentir la paz de Dios y el gozo del Espíritu, que el abatimiento del alma y el azote de una conciencia manchada por el pecado.
Se fiel al llamado glorioso de Dios y persevera en él, que recibirás recompensa segura en esta vida y también en la venidera.
En el amor de Jesucristo, Antonio Vicuña.